Sergio González Levet
Sin tacto
Apenas pasaban las 9 de la mañana del domingo de ayer cuando apareció el tuit del padre José Manuel Suazo Reyes con el que informaba la lamentable y sorpresiva muerte del arzobispo de la Arquidiócesis de Xalapa, monseñor Hipólito Reyes Larios.
El escueto mensaje daba la triste noticia y solamente abundaba que el prelado había muerto de una hemorragia interna en un hospital de Xalapa a las 8:40 h.
La noticia corrió rauda entre la feligresía veracruzana y se asentó en los medios de inmediato.
Don Hipólito estaba a días de cumplir 75 años y ya se preparaba para jubilarse de su actividad episcopal. Había nacido el 13 de agosto de 1946 en Ciudad Mendoza, y de ahí emprendió una vida dedicada a la Iglesia.
Se ordenó el 15 de agosto de 1973 en el seminario de Xalapa y después en Roma hizo dos licenciaturas en Teología.
Fue nombrado Obispo de Orizaba el 15 de abril de 2000 por el papa Juan Pablo II, y el 10 de abril de 2007 llegó como Arzobispo de la Arquidiócesis de Xalapa.
Estuvo, pues, más de 14 años al frente de la Iglesia xalapeña y se distinguió por su trato amable y sencillo.
Un trato que, sin embargo, no le impidió participar activamente en su busca de salvar almas pero también mejorar las cosas mundanas, de modo que su numerosa grey tuviera una vida más justa y decorosa.
Las homilías dominicales de monseñor Reyes Larios eran un cúmulo de buenas ideas y mejores razones que muchas veces incidían en la vida política, como corresponde a cualquier misionero de la fe.
Frente a hechos polémicos, la Arquidiócesis se manifestaba de inmediato, nimbados sus pronunciamientos por la mejor intención.
Como dirigente social de gran influencia, don Hipólito hizo sentir el peso y la opinión de la Iglesia en los temas que afectan a la comunidad.
Siempre fue evidente que muchos funcionarios de los tres niveles de gobierno no veían con buenos ojos el activismo del Arzobispo, pero eso nunca fue obstáculo para que hiciera declaraciones públicas y orientara a los católicos sobre temas que iban más allá del alma y el culto.
Como ya estaba previsto su retiro por razones de edad, es muy probable que pronto llegue su sucesor y la Arquidiócesis de Xalapa continúe sus funciones normalmente.
Sin embargo, vamos a extrañar las atinadas expresiones de monseñor.
Envío mi sentida condolencia a los católicos veracruzanos, y en especial al padre Suazo, quien supera la pena fundado en su gran fe en Dios, y puede decir, junto con el poeta Miguel Hernández:
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano…
Descanse en paz.
sglevet@gmail.com