Enrique Yasser Pompeyo Díaz
Mesa de Redacción
Mientras grupos delincuenciales operan con total tranquilidad en la entidad veracruzana para robar, secuestrar, asesinar, extorsionar y traficar, ciudadanos que demandan atención de las autoridades son golpeados, agredidos con gas lacrimógeno y detenidos por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública.
El violento desalojo de pobladores de El Castillo es el mejor ejemplo; a diferencia de los granaderos que portaban armas largas, escudos, toletes y gas lacrimógeno, los campesinos sólo llevaban su voz para exigir la reparación de un puente.
Ante los oídos sordos de las autoridades, su desinterés y su desidia, a los manifestantes no les quedó de otra más que bloquear la carretera, para que así voltearan a verlos.
El tema no es menor. Con el puente destruido, los habitantes de las congregaciones de El Castillo y 6 de Enero quedan incomunicados; además, los camiones que transportan caña de azúcar de Actopan, así como pobladores de varias congregaciones como Coyolillo se quedan aislados, sin poder llegar a su destino.
Pero eso no es todo. A esta situación se suma la contaminación de un afluente debido a la descarga de aguas negras y pluviales, por lo que también exigen un saneamiento, ya que existe el riesgo de que se dañen manantiales que ahí se encuentran.
Los habitantes no pedían otra cosa, sino simplemente atención por parte de los diferentes niveles de gobierno. Querían que los escucharan y la respuesta que obtuvieron fue violencia oficial.
Al final, tras las agresiones y macanazos recibidos, así como la detención de tres personas, todo quedó en promesas por parte de las autoridades.
De acuerdo con estas, si bien les va a los ciudadanos, las obras de reconstrucción podrían iniciar a mediados o a finales del mes de octubre, pero no se tiene certeza alguna.
Las promesas de que la fuerza pública no iba a ser utilizada contra los veracruzanos quedaron en el olvido, en el discurso mediático.
Lo que tanto han criticado de las administraciones anteriores, hoy se repite y se vuelve una constante en las manifestaciones que realizan los ciudadanos para exigir que los gobiernos se pongan a trabajar.
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