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    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde A Janela

    Por fin cayó Lozoya y eso es algo para celebrar, ya que por una parte se ve que en el país existe un verdadero interés por esclarecer los grandes actos de corrupción que se dieron en el sexenio de Peña y por la otra la gran victoria que esa caída representó para la oposición ciudadana que existe en el país.

    Y es que ese interés por castigar los actos de corrupción cometidos de manera tan descarada por altos servidores públicos emanados del que se auto nombraba como “Nuevo PRI” (como podrán ver esa manía de autodenominarse de alguna manera no es exclusiva de la que se dice a sí misma como la 4t) en realidad es un logro de la sociedad civil, no del gobierno ni de la oposición partidista.

    Siendo así, porque fue la oposición ciudadana la que desde que ese sujeto llegó extraditado de España siempre presionó para que se encontrara en el lugar en el que se ahora se encuentra, mientras que el gobierno que dice combatir la corrupción lo quería libre, ya sea por honrar el pacto que el presidente hizo con su predecesor para garantizarles impunidad a él y a sus secuaces como para utilizarlo como una especie de “testigo protegido” para inculpar a otros opositores de las fechorías que el mismo Lozoya cometió.

    Por otra parte, la oposición partidista casi nunca dijo nada, ya sea porque también tienen sus pendientes con la justicia, en especial el PRI (ya que es verdaderamente difícil encontrar a un priísta que gozó de las mieles del poder local o federal que sea pobre) y en menor grado sucede lo mismo con panistas, perredistas, verdes y demás partidos.

    Y claro, sin olvidar a los del partido político que está ahora en el poder (MRN) que son una suma de todos los anteriores, ya que en sus filas tienen tránsfugas de todos los partidos tanto existentes como desaparecidos y quienes de una manera igual de descarada que los del “Nuevo PRI”, hacen uso de la máxima política que reza: “quítate tú para ponerme yo”; siendo así porque hay cosas que ya desde ahora se han sabido y muchas otras se conocerán cuando se termine su tiempo de saqueo, de gobierno quise decir.

    Pero volviendo a nuestro tema, sí Lozoya está en la cárcel y va a llevar ahora todo su proceso en prisión, aún y contra la voluntad del gobierno en turno, debido a la intensa presión social que se generó desde el momento en que llegó extraditado y que se multiplicó de una manera nunca antes vista, a partir de que la periodista Lourdes Mendoza lo exhibió en una cena llena de frivolidades en un restaurante de lujo cuando se supone que estaba siendo procesado de un delito de los que se llaman como de “cuello blanco”, proceso en el que además se declaró culpable.

    La exhibición de esa lujosa cenita hizo volar por los aires la supuesta estrategia del gobierno para mantener a Lozoya fuera de la cárcel a cambio de una información que supuestamente iba a desenmascarar a toda una red de corrupción por el caso Odebrecht y que de paso le podría servir para descartar a posibles rivales políticos, cuando la realidad es que Lozoya le vendió espejitos al presidente y a su fiscal.

    Y efectivamente fue la fiscalía la que en esta ocasión pidió la prisión preventiva para Lozoya, pero no lo hizo de motu propio sino por la presión social, era imposible mantener a ese delincuente confeso en una vida llena de lujos y a la vez pregonar que se combate a la corrupción.

    Y esta victoria de la sociedad civil reviste de una importancia tan grande, debido a que demuestra que por muy megalómano, poderoso y terco que sea López Obrador, siempre hay poderes superiores al suyo que lo pueden hacer recular y uno de ellos es el de la sociedad mexicana que empieza a despertar y a exigir cuentas y que de seguir por ese camino puede lograr que tengamos un cierre de sexenio muy interesante.

    En fin, la prisión preventiva para Lozoya es un éxito de la sociedad civil y eso hay que celebrarlo.

    En otro tema, les comento que otro de los poderes superiores a López Obrador frenó y mandó a paseo a la reforma eléctrica; bastó con que congresistas y funcionarios estadounidenses opinaran fuertemente en su contra para que la mayoría legislativa del gobierno aplazara hasta el año que entra la reforma que decían que este año debía de estar concluida, con lo que se cumple lo que siempre se ha dicho en esta columna: Basta con un chasqueo de dedos del amo norteamericano para que López Obrador vuelva sobre sus pasos.

    felfebas@gmail.com

    Twitter: @FelipeFBasilio