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    Yair Ademar Domínguez

    Punto y Coma

    A la mitad del camino, como titula su más reciente libro, el presidente Andrés Manuel López Obrador se presentó el pasado 1 de diciembre en un Zócalo capitalino repleto de hombres y mujeres de bien, libres, conscientes, protagonistas de la Cuarta Transformación. Así se los dijo de frente, a los ojos, sin tapujos, reconociendo que este movimiento sólo ha sido posible por cada uno de nosotros.

    “Esto ha sido una obra, repito, de todas y de todos, de un nosotros, que hoy está aquí representado por ustedes, mujeres y hombres libres y conscientes, protagonistas principales de la Cuarta Transformación de México. Gracias, pueblo de México, gracias de todo corazón”, cerró el mandatario mexicano un discurso fuerte, emotivo, sustentado en el ingente trabajo realizado a lo largo de tres años de gobierno, pero que se remonta a décadas de lucha a brazo partido.

    Para nosotros los veracruzanos, paisanos del presidente, —porque como lo hemos escrito aquí, no debemos olvidar que su padre, don Andrés López Ramón nació en Nopaltepec, municipio de Cosamaloapan y su abuelo, don Lorenzo López nació en Tlacojalpan— es un orgullo ser parte de este movimiento que está cambiando el rostro del país.

    Por eso nos llenó de emoción ver el rostro de hombres y mujeres de bien que se congregaron al llamado del mandatario nacional. Este movimiento tiene raíces profundas en el pueblo, en la gente, en los mexicanos que con un “ya basta” contundente, en las urnas, dieron un viraje a la historia de este país, en donde el abuso, el saqueo y la corrupción eran pan de cada día.

    Hoy, nosotros, los del pueblo, somos los protagonistas de esta Cuarta Transformación. A usted y a mí, amable lector, nos corresponde seguir picando piedra, construyendo, empujando este movimiento, para que todos sus ideales aterricen, se hagan realidad en la vida cotidiana de nuestro querido país.

    Ver ondear la bandera nacional en el Zócalo de la Ciudad de México, escuchar los aplausos, los gritos de emoción de mexicanos y mexicanas, ser testigos de este momento histórico, ha sido una experiencia única. Para quienes creemos en este movimiento y trabajamos por él es un honor y un orgullo estar con Obrador, como reza el estribillo que se escuchó sonoro en la plancha del corazón de México.

    ¿Qué sigue? Los mexicanos no podemos quedarnos en la periferia, en las emociones, en el aplauso, en el grito de victoria. Tenemos que seguir trabajando. Esto no es de un día ni de tres años. Así lo dijo el presidente ese histórico día: “Por eso llamo a participar a todas y a todos los mexicanos, militantes de partidos o ciudadanos apartidistas para poner en práctica el método de la revocación del mandato hasta convertirlo en un hábito democrático”. En pocas palabras, no se trata de endiosar a un hombre, de poner toda la fe en una persona, no, hay que participar, hay que generar conciencia, hay que movilizar a la concientización social.

    “Tengamos fe en el pueblo y sigamos haciendo historia. Por lo pronto, en estos tres años hemos demostrado que somos una gran nación, libre y soberana, respetada y respetable para el resto del mundo, que lucha por la paz y que se encamina a ser una República justa, igualitaria, democrática y fraterna”, asentó contundente el presidente Andrés Manuel López Obrador.

    La consigna sigue siendo muy clara: nosotros los mexicanos somos los protagonistas de la Cuarta Transformación. Por nuestras manos pasará el juicio de la historia, de nosotros dependerá que el elefante reumático camine o se detenga; cada mexicano tendrá que rendir cuentas a la historia de si se quedó con los brazos cruzados, se unió a los conservadores que quieren privilegios para unos cuantos o se sumó a la ola transformadora para todos los mexicanos.

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