Luis Ernesto González
Reflexiones desde el Movimiento Consciencia
La Tierra fue plana, los indios no tenían alma, los arios debían gobernar el mundo por su superioridad racial y los toros amaban sufrir en el ruedo con tal de demostrar su trapío. Y no sólo eso: la esclavitud era un formidable sistema de gobierno, los pájaros se sentían muy seguros en sus jaulas y no extrañaban su hábitat, las mujeres se realizaban cuando estaban detrás de un gran hombre y la camisa planchada era el signo de la victoriosa sumisión. Y no sólo eso…
Pero no quiero aburrirte, amable lector. Debo ser un aguafiestas y decir que… estamos en el siglo XXI y ahora sólo un negacionista extremo (los hay, ¿eh?) diría que la Tierra es plana. El mundo (aún) no acepta de regreso el racismo de Gobineau que abrió paso a los nazis; los negros, los indios, los oprimidos, las mujeres ya no alzan la camisa blanca como signo de victoria ni tampoco de paz: ahora luchan por la libertad, la equidad, los derechos humanos…
Tristemente, el silencio de los animales, su nobleza, su natural sabiduría para eludir el dolor se suman a la sordera y la soberbia humanas y ellos se han quedado atrás en la lucha por el mundo mejor. Es a nosotros, semidiosecillos del miedo y la ambición, a quienes toca darles el sitio, no sólo que merecen, sino que había sido suyo antes de que los invadiéramos y los creyéramos símbolo antes que ser vivo y sintiente. Dándoles su sitio, nos lo damos también a nosotros.
La Tierra ya no es redonda, la serpiente ya no es la chismosa vitriólica, el burro ya no es el tonto y el cerdo ya no es el ambicioso sin llenadera. Así son las cosas en el camino al futuro mejor.
En México, el asunto de la tortura y el «malestar» animal está muy lejos, no ya de resolverse, sino siquiera de ser visible. Los comemos, los humillamos, los maltratamos, los enjaulamos, los sometemos… y creemos que eso está bien. La gente asiste a las corridas de toros convencida de estar viendo un espectáculo, un arte, una representación mitológica del hombre venciendo a las fuerzas del mal.
Por eso, y por el actual escenario político partidista nacional, esta enésima intentona de prohibir las corridas en la capital despierta a la vez esperanza y suspicacias. ¿Morena traicionó a los toros en comisiones? ¿El Verde sí les cumple siempre de los siempres? Hasta los animalistas se dividen en ejércitos de palabrería. Sí, de Morena depende, dado que es el partido mayoritario, el destino final de este dictamen antitaurino que subirá al Pleno gracias a su aprobación en la Comisión de Bienestar Animal de la Ciudad de México.
¿Qué números, qué cálculos políticos están en esta trama y su trastrama? No lo sabemos. A veces, quien está a favor vota en contra o se abstiene, según tiempos, ganancias y botines o motines. A veces hay votos favorables aunque la mano alzada ame la pegajosa sensación de mancharse de sangre inocente recién banderillada.
Los toros no saben que hay gente que desea para ellos un final diferente que la tortura y la implacable insolación del ruedo. Ellos pacen tranquilos hasta que los señores en quienes confían los mandan con sus verdugos. Ellos no atacarán mientras no los provoquen… y entonces será tarde, pues los seviciosos llegarán armados, en traje de luces y con el médico tras bambalinas, con el instrumental de lenta muerte listo y reluciente. Lo último que escucharán serán enfebrecidos oles, gritos de alegría y emoción, apoteosis.
Su silencio noble exige de nosotros estar dignamente cerca: a su mirada honda de universo sin estrellas, nuestra voz, nuestra presión, nuestra empatía. Y no, el diputado Quadri se equivoca: no hay que ser 100% veganos para entender que no es lo mismo (a estas alturas del comienzo de nuestro despertar ético) comer cadáveres recién salidos del refri, que gozar con un espectáculo infernal en vivo, en herido, en muerto y a todo color, y llamarlo arte. Pero llegará el día en que sí sean lo mismo. Llegará el día de la bondad, a no dudarlo. Seamos su cimiento.
Luis Ernesto González Soto, poeta, editor y periodista, miembro de la Red de artistas e intelectuales por la abolición de la tauromaquia