Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel
El título de la presente colaboración “Asalto a la Soledad”, tiene doble sentido y quizás otros más (siempre es de acuerdo al lector): asaltan a la pobre Soledad, es decir, a Chole, a una persona que sin deberla ni temerla, en la calle o en su propia casa, ya sea por extraños o por familiares o amigos que pal caso da igual, y mucha suerte tiene de no ser violentada, asesinada o desaparecida, lo cual le sucede a cualquier, sea del género que sea, edad, religión, status social, aspiracionista, conformista, pusilánime… aunque se le recarga más la mano, ahora, a cierto género e inclinación, incluso de ser partidario de melón o de sandía, porque la polarización va en aumento, aquí no cabe medias tintas, ni abstención, eres o no eres, estás conmigo o estás en contra de mí; ya de los pobres jodidos ni hablemos, desde que nacen son asaltados por la misma vida.
El otro sentido es de asaltar a la soledad, entendiéndose el término “soledad” por “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”, según la RAE. Para muchos la soledad es aterradora y tratan de evitarla a toda costa y costo (ya se ve el consumismo, a decir de los psicólogos), pero “¡Oh soledad, cuán superpoblada estás!”, escribiera S. T. Lec. Ya saben que dos son multitud.
En el primer caso, la situación se torna cada vez más cruel y bien que lo sabemos y a lo mejor lo hemos padecido. Y ahí se las dejo. En el segundo caso, se trata de asaltar a la soledad. ¿Cómo? Si gustan de la soledad, disfrútenla, sáquenle provecho. No es menester aquí ponernos seudos filósofos, psicólogos, sabelotodo. Sólo recomiendo asaltar a la soledad con poner en práctica el verbo “reír”. Pero antes de continuar, déjenme ponernos a reflexionar tantito con los siguientes versos de Stephen Crane, citado por Paun Auster en su libro La llama inmortal de Stephen Crane:
En el desierto
vi una criatura, desnuda, bestial,
que, agachándose en el suelo,
sostenía el corazón con las manos
y se lo comió.
Dije: “¡Está bueno, amigo?”.
“Está amargo, amargo”, me respondió,
“pero me gusta
porque está amargo
y porque es mi corazón”.
Creo que se entiende, y si no, pos qué puedo hacer. El chiste es que hace unos días leí la siguiente nota: “De acuerdo con un artículo publicado en Business Insider, hace 20 años el psicólogo Richard Wiseman creó una página con 40 mil chistes, y pidió a todos los visitantes que votaran una serie de bromas aleatorias. Todo esto para intentar hallar cuál es el chiste que más hace reír en el mundo, y el más votado entre las más de 1.5 millones de personas que participaron fue el siguiente:
“Dos cazadores están en el bosque cuando uno de ellos se desmaya. No parece estar respirando y sus ojos están vidriosos. El otro hombre agarra el teléfono y llama al servicio de emergencias. Dice jadeando al operador: “¡Mi amigo está muerto! ¿Qué puedo hacer?”
El operador con un tono de voz calmado y suave le responde: “Tómelo con calma, puedo ayudar. Primero, vamos a asegurarnos que está muerto”. Se hace un silencio, luego se escucha un disparo. De regreso al teléfono, el cazador dice: “Y, ¿ahora qué?””. (razón.com.mx, 12/12/21).
Siendo sincero, no entendí y, en consecuencia, no me reí. Pos claro, todo depende del cristal con que miremos y hasta donde lleguemos con nuestro grado de seriedad o alegría de ver y tomar el mundo. Al mal tiempo, buena cara. Por ejemplo, a mí me dieron mucha risa las declaraciones del Papa Francisco que con sentido sarcástico expresó que el sexo fuera del matrimonio no es el pecado más grave si no “la soberbia y el odio”. Y agregó: “Aunque si bajo el acuerdo de la relación existe un acuerdo de exclusividad, el tema de la infidelidad debe dialogarse. Si bien no es como tal un «pecado», sí algo que puede causar incomodidad en las parejas, de acuerdo con psicólogas.” (lasillarota.com.mx, 09/12/21). ¡Ah qué cabrón! Me carcajeé. En el fondo, le doy la razón (toda proporción guardada), porque lo que más nos está haciendo daño es, precisamente, la soberbia y el odio. Entre otros pecadillos. ¿O no? La infidelidad, ahí se las dejo de tarea.
Los días y los temas
Felices fiestas navideñas, que no fiestas decembrinas, dijera el mismo Papa Francisco. Y que tengan un excelente año 2022. Ándense con cuidado, hijas, hijos, hijes míos…
De cinismo y anexas
-¿De qué murió?
-La Soledad lo mató.
-¿Siempre vivió solo?
-No, la Soledad era su novia y lo cachó con la Yessica en la cama.
*
Que tengan una soledad King Size.
Ahí se ven.