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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Leo con preocupación lo que afirma el maestro José Woldenberg -ni más ni menos que el fundador del Instituto Federal Electoral- sobre las agresiones y amenazas que penden sobre el Instituto Nacional Electoral, enderezadas desde la propia Presidencia de la República y por el propio titular del Poder Ejecutivo de la nación.
    Dice muy claro el maestro universitario:
    «El IFE-INE tiene 30 años y medio de existencia y desde su fundación no recuerdo una agresión más alevosa, desinformada, mentirosa y alarmante contra ese Instituto desatada desde la Presidencia de la República.»
    Y dice más quien es el personaje que logró que México tuviera un órgano electoral autónomo y creíble:
    «Todo parece indicar que el jefe del Ejecutivo piensa que su voluntad es la ley, que su capricho es un mandato superior. No entiende o no quiere entender que es el Presidente de una República y que sus facultades, siendo vastas, están reguladas por la Constitución y la ley; que está obligado a convivir con otros poderes constitucionales, órganos autónomos del Estado y expresiones de la sociedad civil. No soporta ni sabe vivir con la disidencia y desata agresiones gratuitas y peligrosas contra sus supuestos opositores.»
    La existencia del INE como institución autónoma peligra, porque López Obrador lo considera un estorbo para sus fines de instaurar un nuevo orden a modo con sus caprichos y su autoritarismo.
    Bien dice don Pepe que en sus ataques al Instituto, ni AMLO ni sus seguidores presentan alguna argumentación, ofrecen alguna prueba fehaciente, dan algún dato cierto.
    El discurso morenista encabezado por el Patriarca tropical sólo está lleno de sonido y furia, como el que musita el loco de la novela inmortal de William Faulkner.
    Los seguidores de la 4T, instalados conscientemente en el fanatismo, sólo aciertan a insultar, a acusar, a infamar.
    Un gran periodista veracruzano me decía alguna vez:
    -Yo no sé por qué están tan enojados AMLO y sus seguidores. Parece que perdieron y no que ganaron la elección en 2018.
    Por ese enojo, por esa falta de ética, por su manifiesta incapacidad para gobernar, es que no debemos hacerle el caldo gordo a su última ocurrencia, la revocación de mandato.
    El domingo 10 de abril quedémonos en nuestras casas.
    El país se los va a agradecer.

    sglevet@gmail.com