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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Hay que verlo con la señoría que se maneja en la pista de baile. Su esqueleto y sus músculos se acompasan con el ritmo y no pierde un compás en seguimiento de las notas musicales: y uno, y dos, y tres, yyy cuatro, y otra vez hasta completar los ocho movimientos perfectos.

    ​(Que así se manejara en el Palacio de Gobierno, en su oficina).

    ​Su cara se transforma. Se le nota la alegría de hacer por fin algo que sí le sale bien, y hasta su faz alumbra una luz que parece inteligencia. La autoestima se le va hasta el cielo y desde ahí domina el entorno de los otros bailarines; lidera los movimientos; encauza los pasos de los demás.

    ​(Que Veracruz tuviera un líder que lo condujera así como lo hace él con el ballet que lo acompaña en el cabaret a seguir los timbales y los güiros y los metales y el tres).

    ​Con su pareja se ve dominante, en el buen sentido de la palabra, y la lleva con suavidad y al mismo tiempo firmeza. La manda para allá, la echa hacia acá, La deja suelta y sin voltear a verla siquiera adivina en donde está su mano y la agarra como si tuviera ojos en la espalda. ¡Y nunca se equivoca!

    ​(Que así fuera de certero y seguro para dirigir los destinos de nuestro estado).

    ​Alguien que le sepa muy bien a eso de la salsa (saludos, amigo y colega Arturo Reyes Isidoro) de inmediato se dará cuenta de que el Gobernador es un experto en la bailada chuchumbera. Cuando exhibe a su acompañante lo hace con la precisión de un torero que le gana los terrenos a un miura y lo convence de que haga lo que él le ordena, por amor al arte. Las vueltas con los brazos por arriba parecen banderillas colocadas por un maestro; las de los brazos en la cintura semejan castañuelas manejadas con el arte de un tablao flamenco.

    ​(Que ese expertiz fuera para manejar las políticas públicas, para enderezar proyectos innovadores, para desarrollar a Veracruz y ponerlo en los primeros lugares de calidad).

    ​Nunca pierde la concentración ni se sale de su lugar; nada lo saca de su ensimismamiento. Bailar lo es todo en el mundo de la cadencia, en el universo del son.

    ​(Que así mantuviera la cordura durante todo el día y todos los días de su mandato; que no se saliera de sus casillas, ni tratara de convencer con mentiras).

    ​Lástima, en verdad lástima que esas capacidades para el baile no las tenga para gobernar.

    sglevet@gmail.com