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    Felipe de Jesús Fernández Basilio
    Desde A Janela


    A pesar del título, el tema de esta entrega no es de religión y ni tampoco es del abrazador clima que tuvimos en estos días, lo que sucede es que ¡Qué semana santa e inicio de pascuas tuvimos!
    Y es que al igual que en las festividades religiosas, hubo dos eventos que coincidieron con esos tiempos y que cada uno a su manera impactaron la política nacional.
    Primero la «semana mayor» inició con la famosa consulta de revocación de mandato, la cual, aunque no resultó vinculante debido a que tanto la abstención real como la abstención activa hicieron que el resultado no contara legalmente debido a que constitucionalmente se requería que al menos hubiera votado el 45 por ciento del padrón, requisito que legalmente valida la abstención, aunque Pablo Gómez con su autoritarismo de corte comunista haya dicho otra cosa, lo cierto es que dicha consulta provenía de una farsa y por lo mismo más de cuatro quintas partes del país la rechazaron.
    Sin embargo, y aunque muchos opositores partidistas totalmente la ignoraron, el frustrado revocatorio dejó un par de cosas que deben de entenderse y atenderse y es que, por un lado permitió medir la capacidad real del gobierno para forzar votos ciudadanos, ya sea por clientelismo electoral en cualquiera de sus manifestaciones o bien por presiones laborales en las diversas burocracias gubernamentales, y el resultado fue que más allá de las ilegalidades cometidas durante el proceso del revocatorio, la capacidad de votación en favor del presidente va en picada, ya que resultó mucho menor a la obtuvo cuando fue electo y aún menor a la que tuvo el oficialismo en las elecciones legislativas del año pasado.
    Mientras que, por otro lado, tanto las irregularidades mencionadas como la descarada participación de funcionarios públicos, tanto emanados del partido oficial como de órganos y poderes que debieran de ser independientes (el caso de Veracruz fue paradigmático en esto de las violaciones flagrantes a la ley electoral al ver con qué descaro hasta la presidente del Tribunal Superior de Justicia como su administradora fueron fotografiadas reiteradamente, tanto en el mitin de los acarreados como en la votación, ataviadas con prendas del color del partido del ejecutivo y es que se supone que esas personas representan a un poder que está para aplicar la ley); y también la desmesurada propaganda en favor del «sí invertido», ya que era favorable al presidente, cuando en un verdadero revocatorio el «sí» es para que se vaya, son delitos electorales que se deben de investigar y sancionar y para ello es menester instar a los representantes populares de la oposición para que al igual que en la Ciudad de México, interpongan todas las denuncias que sean necesarias para que estos actos no queden impunes, porque de quedar así, en el 24 las cosas van a ser peores.
    Ahora bien, las «pascuas» comenzaron con algo inédito en la historia reciente de nuestro país, un presidente en funciones no logró pasar una reforma constitucional y lo más interesante del asunto es que López O. es el presidente que más fuerza legislativa ha tenido desde la apertura democrática a fines del siglo pasado.
    Factores hay varios, destacando la soberbia con la que se conducen en la muy mal llamada 4t, y es que actúan como si el mundo los mereciera ignorando cualquier otra postura, vaya la negociación política no es algo que exista entre sus acciones y eso es algo que definitivamente impide construir los acuerdos necesarios para sacar cualquier tipo de reforma y más si es constitucional.
    Otro aspecto a tomar en cuenta es que la oposición completa cumplió con su deber y es que sus legisladores lo son, gracias al electorado que no quiere que López O. haga con el país lo que le venga en gana, y por ello es que votaron de la única manera en que debían de votar y esa era para frenar esa contrarreforma eléctrica que pretendía regresar al estatismo ineficiente y corruptor en el campo de la generación de la electricidad.
    Lo que sí es de reconocer es que esa votación marca un parteaguas de aquí al final del sexenio y ese es que lo ordenado por el electorado en la última elección válida, la intermedia del 21, se va a cumplir a cabalidad. ¡No más reformas constitucionales a capricho del presidente!
    Claro, no faltaron los berrinches emanados de un intento de autoritarismo cada vez más fracasado, como el decir que quienes votaron por desechar la contrarreforma eléctrica son traidores a la patria (sin saber lo que significa eso) y también las veces que incitaron al populacho para intentar evitar la votación parlamentaria o empezar a violar las suspensiones que se han dado a empresas eléctricas en los amparos que han tramitado o salir con el cohetón de «Litiomex» o como se llame lo que el gobierno intente hacer con ese mineral, porque estoy seguro que ni idea tienen de qué se trata su explotación y consumo.
    Así que podemos concluir que en este año la «pasión» con su llanto y «quema de Judas» se escenificó en Palacio Nacional y la «resurrección» en San Lázaro, porque después de todo, la oposición no está tan muerta como parecía.
    felfebas@gmail.com
    Twitter: @FelipeFBasilio