Sergio González Levet
Sin tacto
Lo logró el presidente Andrés Manuel López Obrador: la nación está dividida en dos.
De un lado están los fifís, los conservadores, los neoliberales, los traidores a la patria, la derecha, los chayoteros… y Carlos Loret de Mola.
Del otro, los chairos, los liberales, los populistas, los nacionalistas, los transformadores, el pueblo bueno y honrado, los honestos, la izquierda… y José Ramón López Beltrán con todo y casa gris.
El tamaño de cada parte es mayor o menor según la percepción de los integrantes de un lado o la de los pertenecientes al otro.
Por ejemplo, López Obrador dice que del lado de sus adversarios están 25 millones de mexicanos en edad de votar, y por default, habría 68 millones 676,029 ciudadanos que están de acuerdo con él y su Cuarta Temporada, que vendrían siendo 2.74 más veces que los primeros. Digo, eso si todo el país estuviera decantado en dos bandos y viviéramos un maniqueísmo perfecto, como el que ve el Patriarca desde la sacrosanta tribuna de su Mañanera:
Ellos blancos, los otros negros; ellos impolutos, los otros corruptos.
Las encuestas, por su parte dicen dos cosas:
Las que mandan a hacer el Gobierno de la República o Morena afirman que el Presidente está cada día más afianzado en el gusto popular, en la veneración de las masas, y que los votantes siguen volcando su elección por ellos (de ahí que Marito Delgado cada que puede salga a decir, con su don de gentes y su simpatía natural, que van a ganar todas las elecciones venideras de aquí al fin del siglo o del milenio -¿pensarán pasar de la Cuarta Transformación al Cuarto Reich?-).
Y las que hace la oposición o empresas que no son de la clientela del vocero Jesús Ramírez revelan que Andrés Manuel López Obrador trae una caída, aunque pequeña aún, permanente, que le va reduciendo puntos y que no parará en los próximos meses. Dicen también que Morena ha ido perdiendo sus niveles de votación y que se encuentra a la mitad de lo que obtuvo en las elecciones de 2018.
No obstante, todas las encuestas reconocen que el partido oficial sigue encabezando las preferencias en este momento, a decir de los entrevistados, y que sólo lo aventaja el número de indecisos o de abstencionistas.
Pero lo más notorio es que la opinión mexicana está dividida en dos, y que la división genera encono, rabia, pleitos entre amigos, entre hermanos, entre padres e hijos.
En este día especial en que los corazones rebosan cariño y reconocimiento por lo que es mejor en nuestra sociedad, las madres, resulta conveniente llamar a la concordia, a la cordura, a la convivencia sin cortapisas.
Si no, le estamos haciendo el juego al que quiere ver un país cortado en dos, sin remedio. Usted si es chairo sabe a quién me refiero. Y si es conservador, también me ha entendido.
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