Santiago Martínez García
Álamo
Y, sigue la mata dando… En Álamo, no hay para cuando, la alcaldesa cada día está más «trepada» en el ladrillo, es lo que dicen sus «gobernados», a los que trata con desdén e indiferencia, al grado que hombres y mujeres, que eran sus compañeros de escuela y de juegos, dicen desconocerla totalmente, que «ya no es la misma Lilia…hoy es otra persona, muy altiva, orgullosas, muy soberbia».
Hoy, comentaremos lo que escuchamos entre algunos taxistas… «simplemente, no nos cumplió». Se refieren a que en campaña se comprometió con los representantes del gremio a darles la Dirección de Tránsito Municipal y, al final de cuentas, trajo a un personaje de origen tuxpeño.
La cosa no para ahí. El problema de seguridad pública se ha incrementado y lo preocupante de esto es que nombró a una mujer, originaria de Matamoros Tamaulipas y que, antes de ocupar este puesto, es lo que se sabe, en el lugar en donde residía, se desempeñaba como estilista.
Uyyyyyyy, nanita, en manos de quien confió la seguridad de sus paisanos… Por ello, los «alamo temapachences», como ella se refiere a quienes somos sus paisanos, saben -sabemos- que no contamos con la jefa del gobierno municipal.
Es conocido que constantemente anda de viaje, o, al menos eso informan en sus oficinas y su ausencia ha originado un ambiente raro, difícil, hasta hostil, podría decir, entre los Ediles.
En fechas recientes, oficializó el arranque de obras municipales y programó varios actos para dar el clásico «banderazo» en algunas comunidades y colonias, hasta que en un ejido le preguntaron por qué en la lona que anunciaba la obra, no decía el monto de la inversión o el costo de la misma.
Después de ese evento, pareciera que el echaron un balde de agua fría, pues se suspendieron los «banderazos», hasta nuevo aviso… Así las cosas en nuestro municipio.
Lo último, dicen que al presidente del DIF municipal, le ha ido quitando funciones y le ha retirado apoyos y recursos para poder operar, al grado que ya lo dejó sin camioneta y sin facultades para para el bien ejercer su cargo, lo que se ha vuelto la «comidilla» del día a día, por algo dicen que «pueblo chico, infierno grande».
Así las cosas en propia casa.