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    Teresa Carbajal

    Debo, no niego; pago, lo justo

    Es difícil imaginar que en un lugar en el que se respira en paz, rodeado del generoso verdor que aún nos regala la naturaleza, adelantito de la barranca de Matlacóbatl, justo en la tierra del Dios Tigre, Teocelo, Veracruz, sus habitantes sean presas de la depredación que ejercen sobre ellos financieras, cajas de ahorro, nomineras, prestamistas y demás, que hacen de pobladores y vecinos aledaños blanco de prácticas predatorias y abusivas aprovechándose de la necesidad urgente de préstamos para completar a veces lo del día.
    Hace algunos meses se tuvo el proyecto de llevar una mesa de atención y diálogo con los habitantes de aquella región, aprovechando las visitas que en ánimo de mantener una comunicación permanente del Barzón con la ciudadanía, realizábamos en colaboración y con apoyo de la radio comunitaria, radioteocelo.
    Así aprovechando la hospitalidad y espacio de la radio, atenta siempre a las necesidades de su audiencia, fue que a principios de este año dos mil veintidós echamos a andar la idea, y el último jueves de cada mes dando inicio a las diez de la mañana, el Barzón instala una mesa de atención en la galera de radioteocelo para escuchar a los habitantes de aquella región en los problemas de deudas y con su patrimonio que les aquejan.
    La experiencia por sí misma es grata, por el hecho de convivir y atender de manera personal a quienes confían en el Barzón y muchas veces por no perder el día de un jornal o por no contar con dinero para el pasaje de los camiones para trasladarse a Xalapa, se veían limitados para exponer sus casos y pedir ayuda.
    Pero por otra parte resulta verdaderamente triste comprobar la tremenda depredación que ejercen en ellos las cajas de ahorro populares, las financieras, banco azteca, y los agiotistas que cobran intereses por día.
    Uno de los casos que debo compartir por razones de prevención es el de Jovita, nombre usado para proteger su verdadera identidad, Jovita es una mujer en edad adulta mayor pensionada del seguro social que un día tuvo necesidad de solicitar un crédito y acudió al banco Bancomer BBVA para solicitarlo con pago cargado vía descuento a su pensión, es verdad que no fue poco, un poco mas de cien mil pesos, quien con pena prefiere no revelar el fin para el que lo usó, pero por su expresión parece haber sido para una extrema necesidad.
    El caso es que derivado de lo alto del descuento acudió de nuevo al banco a pedir ayuda para que le bajaran el descuento, refiere que esa ayuda la pidió en mas de una ocasión, y el banco gustoso aceptó.
    Hoy debe más de un millón cien mil pesos por las reestructuras que el banco hizo a su cuenta para poder ajustar el pago, que al final ya la rebasó y le dejo solo cobrar apenas mil pesos mensuales, derivado de ello Jovita ha tenido que recurrir ahora a las financieras para poder comer, pues ya no le alcanza, y parece que el banco cobrará por ella su pensión por lo menos otros ocho años.
    Jovita dice que no supo, hasta ese día en el que revisamos sus documentos que ya debía el millón. Pero, ¿cómo? -pregunta con asombro-, ¿Cómo es que debo tal cantidad? Si no me prestaron eso, ¡nunca podré pagarlo!
    Narra con lamento que acudió sola al banco para hacer el trámite y que la señorita del banco muy amable solo le pedía firmar documentos y su credencial, pero nunca le explicó lo que estaba aceptando, se arrepiente de no haberle pedido a su hijo que la acompañara para saber lo que estaba firmando. Ya estamos en su caso por preparar su defensa.
    Sirva el caso para recordar nuevamente el que no debemos dejar de dar compañía a nuestros padres o familiares en edad adulta mayor, sobre todo si se trata de «tratos» con su dinero, para evitar que se aprovechen de su condición de vulnerabilidad para cometer abusos. Es la prevención ante la falta de instituciones de defensa, nuestra mayor protección en todos los casos.

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