Felipe de Jesús Fernández Basilio
Desde A Janela
En esta columna se han señalado con mucha frecuencia los desatinos y los atracos cometidos por López Obrador y sus secuaces, resultando esa tarea bastante dolorosa y frustrante, al ver como se están acabando al país y destruyendo lo que con tantos años y esfuerzo se ha ido construyendo poco a poco, y no sin dificultades, en materia de democracia, de libre mercado, de servicios públicos de salud y de educación, de energías limpias y eficientes y de modernización de la economía y la infraestructura pública; entre otras muchas cosas que en menos de cuatro años han sido destruidas, anuladas o están siendo sujetas a las embestidas de Palacio Nacional.
También se ha dicho, y con razón, que cada vez más mexicanos se están dando cuenta de que el cambio prometido, sí llego, pero fue para empeorar las cosas en prácticamente todos los ámbitos en los que el gobierno interviene, lo que hace más difícil, la de por sí ya difícil vida del mexicano común y corriente; ya que la inflación, la inseguridad, la falta de servicios públicos medianamente competentes, entre otras tantas cosas que el Estado proveía y que ahora ya no lo hace, dificulta en extremo la vida cotidiana de muchas familias mexicanas.
Esa población muestra su rechazo al gobierno actual en pláticas, en redes sociales, en parodias y principalmente lo hizo al retirarle la mayoría absoluta al oficialismo en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, con lo cual le mandó al presidente un mensaje de que el país no es suyo y, en consecuencia, no puede hacer lo que quiera con él.
Siendo este último mandato popular (hay que empezar a quitarle al presidente el monopolio del uso de esta palabra) el indicador más importante de que la borrachera del 18 se está pasando y ahora comienza a sentirse la resaca que con crudeza muestra a muchos mexicanos el grandísimo error cometido en aquel año.
Como hemos visto, la sociedad empieza a despertar y a darse cuenta que el gobierno solo se dedica a destruir y saquear al Estado mexicano y, en consecuencia, comienza a retirarle su apoyo, siendo así que, en las últimas elecciones, entre más concurridas han sido, los resultados para el partido oficialista han sido muy cerrados o francamente adversos.
Pese a todo lo anterior, el problema que existe en este país y del cual se aprovecha el presidente, es que todo ese rechazo social al gobierno no encuentra una manera efectiva de encauzarse y eso se debe a que los de la “tienda de enfrente”, o sea, los partidos de oposición, no saben en donde están parados ni qué hacer para cumplir su misión que no es más que conquistar el poder.
Efectivamente, los partidos de oposición siguen creyendo que se encuentran en los tiempos de democracia y alternancia que se vivieron en las dos primeras décadas del presente siglo, en las que sólo bastaba que el gobierno aburriera al electorado o que se presentara un candidato muy carismático, para que se cambiara al partido en el gobierno.
Tiempos en los que había tres fuerzas prácticamente iguales y que, salvo excepciones como el propio López Obrador, respetaban tanto las leyes electorales como las funciones que el Estado tiene que cumplir.
Sin embargo, nunca entendieron que ese equilibrio se rompió cuando la última versión del PRI en el poder (Peña Nieto) se dedicó al saqueo y a la frivolidad (mismo error en el que ahora incurre MRN), situación que fue aprovechada por el populista que durante 18 años se mantuvo al acecho y que para colmo de males, ese PRI le entregó el país; ya que el gobierno de Peña se encargó de descarrilar al candidato que más podía darle batalla a López (Anaya) y a su vez, postuló a un candidato (Meade) que era el símbolo de la corrupción de ese gobierno, Meade siempre estuvo en medio de los escándalos relacionados con la corrupción de ese sexenio.
Actualmente y por increíble que parezca, la situación actual de los tres principales partidos de la oposición, PAN, PRI y PRD es muy parecida a la del 18, ya que el PAN sigue siendo la única fuerza electoral que verdaderamente es capaz de enfrentar y hasta de triunfar, si es que logra con un buen candidato(a) atraer a la gran mayoría de los descontentos con el gobierno, basándose en la singularidad que le da su posición histórica de ser el gran opositor a un régimen cuasi-todopoderoso, tal y como lo era el viejo PRI y como pretende serlo su más nueva versión MRN, pero para ello tendrán que pensar muy bien sus jugadas y analizar con seriedad si les conviene ir solos, acompañados o mal acompañados (con candidatos del PRI).
Por su parte el PRI es un partido que al igual que en el 18, juega en favor de López O., ya que haga lo que haga, le da ventajas a su partido; ya que en donde se entregan, la ganancia morenista es obvia al formarse un gobierno de ese partido y si van con el PAN ahuyentan a votantes propios y extraños; y es que históricamente el PAN y el PRI son como el agua y el aceite y a un votante de uno esos partidos, muchas veces le resulta insultante votar por un candidato del otro y desvían su voto a un tercero o se quedan sin votar; quizá ya es hora de que los priístas que quedan (muchos de ellos gente pensante) entiendan que la cuarta transformación en realidad se dio en su partido, ya que la gran mayoría de sus cuadros ahora son la columna vertebral de MRN y se decidan de una vez por todas a disolver su partido e integrarse a algún otro que sea afín a sus ideales; creo que la gran mayoría en el PRD estarían bien representados.
Y hablando del PRD, tenemos que es el único partido de izquierda genuina que existe en México, ya que en él militan verdaderos intelectuales que son de esa corriente de pensamiento pero que enfrenta el gran problema de que masivamente MRN le robó su membrete como verdadera izquierda; sin embargo y si no quieren quedarse como un partido pequeño y elitista (también eso existe en la izquierda), su principal labor debiera de ser enfrentar y desenmascarar el plagio del que fueron víctimas y vaya que hay muchos ejemplos para ello.
En suma, los partidos tradicionales deben de mirar su historia para encontrar las claves que los lleven al éxito, el PAN decidiéndose a ser el principal opositor y ser valiente para enfrentar incluso sólo al MRN-gobierno, el PRI reconociendo que sus tiempos con ese nombre ya pasaron y sus cuadros asimilándose en los partidos que vayan de acuerdo a su ideología y el PRD recuperando su fuerza como principal fuerza de oposición.
De MC y otras creaciones relativamente nuevas, hablaremos en otra ocasión.
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