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    Sergio González Levet
    Sin tacto

    «–Ya lo veo –respondió Sancho (a don Quijote)– y plega a Dios que no demos con nuestra sepultura, que no es buena señal andar por los cimenterios a tales horas, y más habiendo yo dicho a vuestra merced, si mal no me acuerdo, que la casa de esta señora ha de estar en una callejuela sin salida».


    Esta parte de la cita de El Quijote en realidad no tiene nada que ver con lo que pretendo decir, pero la verdad no me aguanté las ganas de seguirme con este minúsculo fragmento de la obra más grande de nuestra literatura.
    Lo que sí tiene pertinencia es la frase inicial, cuando don Quijote le dice a su fiel escudero: «Con la iglesia hemos dado», que se cita, generalmente con otra intención, así: «Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho», que hace énfasis en el gran poder terrenal que mantiene el clero en los países de mayoría católica, como el nuestro.


    Y podemos aplicarla con nuestra terrible realidad nacional, cuando sicarios del crimen organizado asesinaron a los padres jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, junto con el guía de turistas Pedro Palma, en un crimen que se añadió a los más de 122 mil que ha habido en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador.
    El papa Francisco -sacerdote jesuita también – hizo una fuerte declaración en la que lamentó el asesinato de sus hermanos y el clima de violencia que persiste en México, y condenó igualmente a la violencia, porque no lleva a nada.
    «¡Cuántos asesinatos hay en México! Una vez más, repito que la violencia nunca resuelve los problemas, sólo aumenta el sufrimiento inútil», dijo el pontífice en medio del dolor.
    Y el presidente Andrés Manuel López Bienestar una vez más desaprovechó la oportunidad de ser congruente y en lugar de reconocer la falla brutal de su estrategia contra la delincuencia organizada (o más bien su falta de ella), quiso llevar agua a su molino.
    En lugar de ofrecer una disculpa a la Iglesia, trató de justificarse aprovechando en falso la exclamación del Papa.
    Ladino como es, el Patriarca moreno quiso hacer parecer que Francisco estaba de acuerdo con su política de «Abrazos y no balazos»… y se quedó ahí.
    Pero esta vez ha topado con la Iglesia Católica, y difícilmente sus prelados van a ser convencidos con el discurso mentirosillo de la 4T (fundado en su consigna dogmática de «Mentir, robar, traicionar al pueblo»).
    Desde los púlpitos de todo el país empezará a crecer la exigencia de que el Gobierno morenista ponga orden en el tema de la seguridad ciudadana y haga algo por fin para controlar la violencia desatada por los jefes del narco, tan apapachados y cuidados hasta ahora.
    La exasperación está llegando a todos los sectores de la sociedad y a sus protagonistas.
    ¡Cuidado!

    sglevet@gmail.com