Inocencio Yáñez Vicencio
No me parece correcto que una biografía o un simple bosquejo biográfico , hable sólo de las virtudes y oculte los defectos , aunque se diga que entonces ya no es un reconocimiento sino un juicio como cualquier otro, pero omitir los errores conduce a hacer del sujeto un sobrenatural, que lejos de verlo como modelo a seguir se le rechaza por sobrehumano, por estar fuera de nuestras posibilidades emularlo.
Esta es la razón por la que me voy a permitir relatar algunos fragmentos de la vida de Demetrio Ruíz Malerva, quien, tan sólo por enarbolar ideas avanzadas para su tiempo merece nuestro respeto.
No obstante que era mayor no menos de seis años que yo, conocí primero a don Julio, su padre cuando trabajaba como chofer de la Coca-Cola, después Demetrio lo haría Jefe de la Oficina de Hacienda del Estado. La separación de sus padres le afectó y le marcó en todo. Me platicaba que reprobó segundo de secundaria por su afición al billar.
Lo conocí, cuando un día acompañaba a César Del Angel Fuentes en su auto, que éste ya era diputado federal, le gritó desde su coche, Cucho, se saludaron y me lo presentó. César colindaba con el predio de unos primos que durante varios años me dieron asilo. Días más adelante, cursando el segundo año de secundaria invitamos a Ruiz Malerva a dar una conferencia a la Escuela. Recuerdo muy bien que expuso la invasión Yanqui a la República Dominicana. Se pronunció contra la política de dominación y colonización norteamericana. A partir de ahí nos fomentamos. Iniciando 1966, yo había ganado las elecciones para presidir la sociedad de alumnos, por lo que sugirió que participara en la contienda por la dirección juvenil del PRI de Tuxpan. Lo hice con éxito.
Ese involucramiento partidista me hizo acompañarlo por donde quiera. Mi primer pleito con él fue cuando estando en la cantina de Modesto y Rokey, me insistía que tomara, observándome que si lo hacía no tendría futuro. Peleamos y al poco tiempo hicimos las paces. Nunca me convenció de eso.
Editaba un periódico con el rótulo de Alianza Revolucionaria, que se lo distribuía su compadre Isidro. Su amigo Manuel Ramos Gurrión lo promueve como Sindico de la primera presidencia municipal que encabezó el licenciado Pericles Namorado Urrutia. Le disputó- sin fortuna- la diputación a Noé Ortega. Por entonces Tuxpan era feudo del sector obrero. Al sair de la comuna se traslada a teabajar al Congreso Local. En 1973, Don Jesús Reyes Heroles, al terminar un evento, le comunica que va a ser candidato a diputado federal. Demetrio se había vinculado a Reyes Heroles en su campaña para diputado por Tuxpan y le dió, en su estancia como secrterio del IMSS, una plaza para que se ayudara mientras terminaba su licenciatura. Al finalizar su legislatura , don Rodolfo González Guevara lo nombro su jefe de prensa de la Cámara de Diputados Federal. Antes habia estado al frente de la Revista la República, que era el órgano oficial del CEN del PRI. En su segunda campaña para diputado ya recibió reclamos de que no atendía las localidades del distrito.
César Del Angel, lo llevó con el director y dueño del periódico El Dia, don Enrique Ramírez y Ramírez. Ese periódico era la Meca de la izquierda, por entonces. También era colaborador de la Revista Siempre! que era la más prestigiosa de corte plural.
En la campaña de Miguel De la Madrid, estuvimos en la Secretaría de Organización del CEN del PRI, con Silvia Hernández. Al final se lo lleva Rodolfo Echeverría como agregado cultural a la embajada en Cuba. Al iniciar el sexenio de Miguel De la Madrid, por recomendación de Manuel Camacho Solís, es nombrado Coordinador de Comunicación Social de Carlos Salinas en SPP.
En SPP Demetrio, no obstante que yo lo había acompañado sin cobrar en el partido, no me llama, pero si llama a gente que decía que no lo haría. Hasta que lo presiono y en Julio del 83 renuncio a una plaza de tiempo completo en la SEP para ocupar una equivalente con él pero de confianza. El colmo es que un dia llega a decirme que Reyes Heroles quiere que otra vez sea diputado. A lo que le exclamo: » Qué no hay otro» » y a nosotros, cuando nos tocará «. Se dió la vuelta y no me volvió a hablar. Se va a Tuxpan a su registro y le exlota una huelga de trabajadores de base, liderada por Max, que también jugaría por el primer distrito de la capital, por el PRT, de orientacion trotskista. A iniciativa propio tomo la negociación y Salinas lo felicita por la solución. Eso me hace recuperar su confianza. Dejo ya SPP y me incorporo a su campaña. En la Cámara , como me daba la mitad de lo que le daba a su amigo de parrandas, le abandoné para irme como funcionario del IPN. Desempeñaba mi trabajo en el Poi cuando nos informan la infausta noticia de la muerte de Demetrio Ruiz Malerva.
Demetrio caminaba siempre parsimonioso, tranquilo. Nadie se imaginaba que en su oficina se tranformaba. En la Coordinación de Comunicacion no solo arribó con sus cuates sino parientes y descargaba todos sus problemas contra su secretario particular. No tenía piel para escuchar críticas. Yo sabía que cada vez que le observara algo, estallaría y siempre me recordaba ese atrevimiento. No hay gente que conociendo nuestra relación augurara que de llegar a mi me encumbraría. Es falso. Demetrio no confiaba en quien lo cuestionara.
Que bueno que Crisóforo Hernández Cerecedo y Ezequiel Castañeda, hoy recuerden sólo sus virtudes, pero yo no puedo hablar únicamente de una cara.
Estoy convencido de que Demetrio merece su estatua y todos los homenajes, porque fue un hombre de ideas y las expuso y defendió valientemente, asumiendo todas sus consecuencias.
Cuando, con el Comité de Desarrollo de Tuxpan, plantamos las grandes obras, me llamó y me dijo que no estaba de acuerdo, porque debiamos ser prácticos y reales. Por eso los miembros de ese Comité no lo aceptaban.
Demetrio Ruiz Malerva, fue un hombre de virtudes y defectos, que nunca debió tener ese trágico fin, que aun cuando estoy seguro que de haber cuajado su proyecto en nada me hubiera beneficiado, tengo la certeza, como al le gustaba calificarse, era un político profesional, y digo político: deliberando, debatiendo, argumentsndo y acordando, porque como administrador no dió buenas señales.
Tampoco merecía esa ofensa que recibió cuando, los Rodríguez, que lo asesinaron, fueron dejados libres antes de cumplir diez años. Eso levantó michas sospechas sobre su muerte.
Con todos sus defectos, Demetrio Ruiz Malerva, fue un hombre que los cargos que tuvo, fue por su brillante capacidad para articular y expresar sus pensamientos, abrazar las mejores ideas y comprometerse con las causas más sentidas de su tiempo, que lo sitúa muy por encima de los que hoy se hacen llamar politicos e, inclusive, muy por encima de la clase gobernante que en estos días no saben más que robar y destruir a este país.