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    Miguel Ángel Gómez Ruiz

    Desde temprano el domingo, en cualquier parte del país ocurrió lo que se dio a conocer en redes sociales: la elección de consejeros de Morena, en lo que es la apertura para los procesos electorales de 2023 y 2024 fue un desastre.

    En Guerrero, Morelos, Veracruz, Puebla, Estado de México y la Ciudad de México, entre tantos lugares, fue en donde prevaleció el acarreo, compra de votos y la violencia. Lo más increíble, un partido que quiere desaparecer al Instituto Nacional Electoral (INE) no tuvo capacidad para efectuar una simple elección.

    En Xalapa, por ejemplo, desde la madrugada llegaron autobuses llenos de incautos que sólo fueron carne de cañón para votar por consejeros, entre ellos Dorheny García Cayetano, secretaria de Trabajo y Previsión Social que ha sido bendecida por la mano de su pariente, el gobernador Cuitláhuac García.

    No, no crea que cualquiera que vino a registrarse como militante de Morena tendría la oportunidad de aspirar a un cargo como ese. En lo absoluto, en realidad quedaron los de siempre: Martí Bátres, Félix Salgado Macedonio y toda una pila de funcionarios y aplaudidores que servirán para abrirle paso a Claudia Sheinbaum para que llegue a la presidencia y permita que desde un rancho en Tabasco, Andrés Manuel López Obrador siga gobernando –si se puede decir así- este país.

    No fue sencillo, porque algunos de los acarreados recibirían entre 200 y 500 pesos, más una despensa para tres o cuatro días. En algunos casos, hubo compra de votos de entre 2 mil y 10 mil pesos, todo con cargo al erario y no faltó quien sospechara que algunos de esos recursos saldrían de esos movimientos raros que ocurren dentro del gobierno, como el caso de la página Compranet, que estuvo fuera del aire varios días.

    Pero hubo pleitos, muchos, muy al estilo de Morena, como el que firmaron Jéssica Cisneros, una diputada que no representa a nadie con la alcaldesa Carmen Medel, que desde el primer día que pisara el ayuntamiento –según ella gobierna- de Minatitlán ya mostraba cansancio y cierto hartazgo.

    De igual forma, en Zongolica el acarreo fue brutal e inclusive, intervino la autoridad, a fin de que ganaran quienes ellos querían.

    En otros lados, la violencia se desató. Hubo cachetadas, piquetes de ojo y nalga y, sobre todo, insultos de parte de una militancia que peleaba por proteger a los de siempre, los que ganarán dinero y nombre. Los votantes seguirán en el anonimato esperando algún apoyo del gobierno, sólo eso.

    El acabose fue ver a Félix Salgado Macedonio, el Senador que hoy gobierna –y muy mal, por cierto- al estado de Guerrero, lugar que fue entregado al crimen organizado que hoy hace de las suyas sin que nadie le haga frente, comprando votos y conciencias. Fue impresionante.

    Y lo más vergonzoso y triste fue ver a un amplio sector de la población, pobres en su mayoría, dar un voto a cambio de una limosna. Fue terrible ver a adultos mayores acudiendo a registrarse para votar, por miedo de perder una pensión si no lo hacían.

    Al final, la vergüenza de ver a un partido sin ideales y sólo presumiendo que está en el poder y que ha convertido al país en un lugar sin futuro, dependiendo de aquellos que serían diferentes pero que hoy siembran odio en cualquier lado en donde están, supuestamente gobernando.

    El domingo, el partido Morena dio un claro ejemplo de cómo se puede destruir un país en poco tiempo.