Bernardo Gutiérrez Parra
Desde el Café
Así es lector, ni la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos ni la Constitución de Veracruz, impiden que la señora Rocío Nahle nacida en Zacatecas sea candidata de Morena a la gubernatura de la entidad.
Es decir, no era necesaria la alharaca, pero los morenos querían mostrar que en el Congreso local nomás sus chicharrones truenan y armaron su numerito. Citaron a una sesión exprés, le agregaron unas líneas al artículo 11 constitucional y listo.
Que con esta reforma abrieron la puerta para que cualquier sujeto o sujeta no nacido en la entidad pueda ser magistrado, juez, alcalde, diputado local o federal, senador o titular del IVAI, la CEDH, el ORFIS o la Fiscalía estatal, ni hablar; eso luego se verá.
Que violentaron el reglamento que obliga a que las reformas a la Constitución se realicen en un periodo ordinario de sesiones y no en uno extraordinario, quién se fija en eso. Los de antes lo violentaron más.
A partir de ayer Rocío Nahle García es la aspirante extraoficial de Morena a gobernar Veracruz y eso no tiene reversa… por ahora.
Quisiste decir “aspirante oficial”, pero te equivocaste ¿verdad columnista?
No, es candidata extraoficial, tanto del presidente López Obrador como de Cuitláhuac García y compañía. Su candidatura se oficializará el día que el tabasqueño le dé su bendición, pero mientras eso no suceda los demás aspirantes de Morena siguen en la pelea.
¿A poco se le puede caer la candidatura? Sí, como ya se le cayó a Claudia Sheinbaum, aunque aún no se lo han dicho.
Desde el 1 de diciembre del 2018 López Obrador sabía que su candidata a la presidencia era Claudia y Rocío iría a la gubernatura de Veracruz. En lo que nunca pensó fue que ambas resultaran desangeladas y sin la chispa que debe tener un candidato.
A Claudia la llevó en su corazón hasta hace unos meses, pero cuando la capitalina mandó al diablo su personalidad para convertirse en su clon, despertó sus sospechas. “Te pareces tanto a mí, que no puedes engañarme”, debió pensar.
Sus recelos se confirmaron cuando le hicieron ver que la jefa de gobierno está actuando frente a él como lo hizo Echeverría con el presidente Díaz Ordaz. “Y recuerde señor, cómo le fue después a don Gustavo”.
De ahí que sus esperanzas las esté poniendo en Adán Augusto López, un hombre que conoce al derecho y al revés y que será un excelente émulo de Pascual Ortiz Rubio después del 2024.
Con Rocío Nahle es otro cantar. ¿Qué hacer con esta mujer que no ha hecho nada por Veracruz, que no tiene carisma, que es dueña de un carácter muy atravesado, que es déspota y grosera con sus subalternos, pero en contrapunto es muy chambeadora, no dice que no a ninguna orden del presidente y le ha mostrado una fidelidad a toda prueba?
Eh ahí el dilema.
López Obrador sabe que Rocío tendrá que competir contra su impopularidad, contra el desgarriate que está dejando Cuitláhuac y contra el candidato opositor que le pongan enfrente.
La Secretaria de Energía no tendrá un día de campo así tenga al aparato estatal y presidencial de su lado. Y en ese sentido bueno será que se mire en el espejo de Francisco Labastida.
Si hoy los morenos duros están felices porque si Rocío llega a la gubernatura los librará de una prisión segura, los opositores (por muy desbalagados que anden) están de fiesta con su probable candidatura.
De ahí que López Obrador esté deshojando la margarita. Porque de que la mayoría de los veracruzanos van a botar a su muchacha apenas asome la cabeza como abanderada del partido guinda, eso el propio tabasqueño podría apostarlo.
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