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    Jorge Vázquez Sangabriel
    Palimpsesto

    La rapiña social de la que nos han enterado con cierta regularidad diversos medios de comunicación, indigna, más aún, cuando se da cuenta de que al interior del vehículo “accidentado” yace un ser que clama ayuda y se le abandona en su desgracia; el sólo hecho de que un semejante se encuentre en trágica condición, el instinto natural humano, obedece a la conmiseración, a la compasión por proporcionar auxilio en esos momentos de tragedia, pero, esa natural conmiseración y sobretodo la compasión se han extraviado en estos tiempos, quizá como en otros. Y es que estos hechos deplorables, que socaban la dignidad humana, son la silueta que traza la constante descomposición social que ha generado o provocado la otra rapiña, la de los gobernantes en turno; un profundo malestar con signos de radicalización ante necesidades primarias del hombre destaca sobre el horizonte. Se trata por ahora, de imágenes que muestran los primeros brotes de lo que una sociedad ha sembrado, una sociedad permisible, condescendiente, degradante, permitiendo desde hace años ya, los reprobables actos de corrupción de quienes les gobiernan, porque una sociedad así, que tolera gobiernos que saturan los pensamientos con la imaginación de promesas que técnicamente en mucho son improcedentes o requieren de larga data, y no se cuenta con la capacidad para contener o mitigar con estrategias y adecuación pertinente el control inmediato y mediato económico y de la producción, es intolerable. Este deterioro que acompaña al siglo XXI al país, refleja con exactitud sus contornos, que proyectan inquietud estremecedora en el ambiente social; hechos que no se atienden mucho menos se previenen, por el contrario, se azuzan desde el púlpito gubernamental, y se continúa con mayor constancia e insistencia deteriorando el sistema monetario; entre tanto, la rapiña de unos y otros, lastima la condición de los principios fundamentales básicos de toda sociedad que se significa civilizada.
    Los malestares, necesidades y miedos que acompañan a este pueblo, obnubilan el entendimiento de la razón socrática; frente a ella, por demás, los hechos esquemáticos borran de toda verdad la razón que conocemos, y es así, como la tragedia en que se encuentra inmerso éste pueblo, cabalga galopante, con movimientos vigorosos, hacia la perdición acentuada del Estado de Derecho, que significa tiempo-vida-permanencia, porque, considerar un periodo gubernamental, cualquiera que este sea, implica una calendarización, que significa tiempo, y, el tiempo, que siniestramente y en silencio marcan los relojes, es la vida misma; tiempos, instantes irrecuperables, luego entonces ¿por qué se permite que se robe, extravíe o pierda el tiempo con una vida deteriorada, falta de oportunidades todas, llena de angustia y sin dinero que alcance? ¿Acaso esa resistencia propia del mexicano es así porque así es su condición? ¿Sería entonces una tragedia más que en la vida real nos estaría narrando Sófocles, y completara con ello ocho tragedias de las siete, en donde Ayax, Filoctetes, Electra, Traquinias, Edipo Rey, Edipo en Colono, Antígona son superados por la condición de millones de mexicanos que enceguecidos por la diáspora de la sumisión y la sinrazón pierden el equilibrio de toda dignidad?
    Movimientos superficiales o profundos (de profundis) que van adquiriendo volúmenes titánicos en los que se presenta la desnudez de una nueva expresión de poder en el país que como en la obra de George Orwell: 1984, se vuelve granítica y anuncia el reinado político en un pueblo carente de dignidad, desprovisto de ciudadanía, sin derechos ni libertad.

    Sintácticas
    Mujer enamorada vale por dos.
    Saramaguense:
    La prehistoria de la sociedad humana, y, la prehistoria del individuo como parte de la sociedad humana, es, por lo tanto, su propia prehistoria, y otra vez.., la prehistoria del individuo sería el tiempo de su vida toda, porque, en ello, se significa el ser, su condición y su conducta…
    ¿Bastarían a los laberintos que somos, la posición defectuosa que somos, en el útero de nosotros mismos, para que el parto se haga por sí mismo… y el ser humano pase a ser el hombre pensante y actuante…?
    Vamos por la vida cincelando nuestra cara por dentro, aunque la brevedad de la vida nunca da para acabar la obra…
    El alma se esculpe desde fuera…
    De un hombre acucioso:
    Vamos a entrevistarnos como Platón con Sócrates, sin estenografía ni grabadora, con el método pregunta-respuesta-pregunta…

    Hélène Grimaud. Beethoven. Piano Concerto No. 4, Op. 58. Orchestre de Paris, Christoph Eschenbach. London´s Royal Albert Hall. Season 2001:
    https://www.youtube.com/watch?v=8siki1iGkU0