Sergio González Levet
Sin tacto
Estoy leyendo con detenimiento el modelo educativo que piensa impulsar Andrés Manuel López Obrador, que se llama La Nueva Escuela Mexicana, y me produce de entrada varias sensaciones y/o ideas.
Primero, como no era de esperarse en un plan dedicado a la educación, está escrito con los pies (o mejor dicho, con las patas), porque su texto es un verdadero atentado contra la sintaxis, aporrea a la prosodia y deja pero mucho que desear en el terreno de la ortografía.
Segundo, más que un sesgo innovador para la enseñanza, es un programa propagandístico destinado a ensalzar al Gobierno de AMLO y a condicionar a las masas estudiantiles para que sigan sin detenimiento los postulados del Patriarca de la 4T. Se propone formar alumnos (y por ende ciudadanos) acríticos, dóciles, sin ideas ni pensamientos propios, que solamente reciten el silabario de la doctrina morenista.
Tercero, ¡se manifiesta abiertamente en contra de la ciencia! Y además propone que debemos regresar al conocimiento ancestral, a la cultura del buen salvaje. Lo científico, como lo ha manifestado constantemente el Mesías tropical, es el anatema, lo diabólico, lo que sólo trae desgracias (recordemos la propuesta presidencial de atacar el SARS-Cov-2 con estampitas de Detente, en una postura que trajo como consecuencia más de medio millón de fallecidos por la Covid).
Pero también este modelo, llamado ladinamente La Nueva Escuela Mexicana, tiene la intención oculta de consolidar el proyecto lopezobradorista, que en su soberbia se propone no como el salvador del México actual, sino como el mejor en la historia de nuestro país.
En las páginas del decreto se puede inferir que la Cuarta Transformación en realidad es la suma mejorada de las otras tres transformaciones de nuestra historia patria. Me explico uno a uno:
- Se insiste que los mexicanos hemos padecido y seguimos padeciendo una educación “colonial”, y para ello proponen una enseñanza “decolonial” (quisiera encontrarme frente a frente al émulo de pedagogo que se le ocurrió el ridículo neologismo para reclamarle como hombre este atentado contra el idioma y la inteligencia). Se ve que la palabrita les gustó mucho, o les pareció muy elegante a estos palurdos, porque se repite decenas de veces a lo largo del texticulillo.
Con eso tratan de convencernos que seguimos prácticamente en la era de la Colonia y que ellos vendrán con su modelo a otorgarnos la libertad y la independencia que no nos dieron en realidad los padres y las madres de la patria: Hidalgo, Morelos, Allende, doña Josefa Ortiz, Leona Vicario.
Me falta repasar las otras dos transformaciones nacionales, la Reforma y la Revolución, y la sedicente cuarta, pero tendré que dejarlo para mañana, si me dan licencia.
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