Sergio González Levet
Sin tacto
Más claro, ni el agua; más elemental, ni para mi querido Watson; tan evidente que hasta un gobernador de Morena lo entendería; tan obvio que la Secretaria de Educación sí podría contestar a eso: lo de Alito esta semana que pasó fue una verdadera traición contra su partido y contra la alianza que se había mantenido con pinzas entre el PAN, el PRI y el PRD.
Simplemente, el Presidente nacional del Revolucionario Institucional, Alejandro Moreno Cárdenas, pactó con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador y dio a torcer la mano de su partido, con el claro objetivo de que no le siguieran rascando a sus propiedades y sus cuentas bancarias aquí y en el extranjero, y que Layda Sansores dejara de exhibir públicamente las grabaciones de su paisano campechano, en donde se ponía en evidencia ante los periodistas, ante los militantes de su partido y ante la nación como un político despreciable, sin ética y sin ningún candor.
Así, la diputada federal priista Yolanda de la Torre presentó el 2 de septiembre ante su cámara correspondiente una iniciativa para que el ejército continúe haciendo labores de seguridad pública por cuatro años más de lo establecido a la fecha, es decir, hasta 2028.
La noticia cayó como un balde de agua fría a los presidentes del PAN Marko Cortés Mendoza y del PRD Jesús Zambrano Grijalva. Y más porque apenas unos días antes, y qué digo unos días, ¡unas horas antes!, Alito Moreno escupía a todos los vientos que él no se iba a doblegar ante la presión gubernamental contra su persona (y sus bienes y su libertad), y que su partido mantendría enhiesto el bloqueo legislativo de la alianza Va por México en contra de todas las propuestas elevadas por el presidente López Obrador o por la bancada de Morena o las de sus aliados.
Alito enseñó el cobre para que el gobierno no enseñara el oro que aquél mantenía y mantiene en su poder inexplicablemente, como parte de su patrimonio personal.
Los senadores priistas encabezados por Miguel Ángel Osorio Chong pusieron el grito en el cielo y se opusieron a la nueva línea de su dirigente.
En cualquier partido que se respete, la expulsión del traidor hubiera sido inmediata. Los liderazgos nacionales y regionales de inmediato hubieran lanzado el anatema contra el renegado.
Pero los priistas… los priistas… los priistas son… institucionales. Están acostumbrados a seguir la línea de arriba, a doblar la cerviz, a aceptar sin chistar las órdenes superiores, aunque vayan contra su conciencia o su esencia.
Sin embargo, estoy esperando la reacción necesaria, indispensable de priistas impecables que darán la cara por la dignidad de su partido. Ésos que se han mantenido dentro del tricolor a pesar de la adversidad.
En Veracruz, vendrá la respuesta valiente y decidida contra el que se vendió. Seguro. Y deberá llegar más temprano que tarde de priistas históricos como Pepe Yunes Zorrilla, Héctor Yunes Landa, Renato Alarcón Guevara, Anilú Íngram Vallines, Alfredo Ferrari Saavedra, Domingo Yorio Saqui, Carlos Aceves Amezcua, Marlon Ramírez Marín, Silvia Domínguez López, Américo Zúñiga Martínez, Juan Manuel Diez Francos y muchos más.
Los seguimos esperando…
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