Sergio González Levet
Sin tacto
¿Cómo van las cosas en Palacio? Despacio… despacio.
Y sí, lento pero seguro, sin prisas pero con pausas, el proyecto de dotar de Internet accesible a todos los mexicanos avanza poco a poco, y en las últimas semanas ya tuvimos alguna noticia de que se va a aprovechar la infraestructura de postes de la Comisión Federal de Electricidad para colocar estaciones que posibiliten la señal en toda nuestra geografía nacional.
Si López Obrador consigue sacar adelante esta promesa de campaña estaría dando un verdadero campanazo, porque la conectividad universal es un acicate incomparable para el desarrollo de cualquier país.
Lo siento por el querido Carlos Slim y su negociazo de Infinitum y de Telcel, que le deja muchos miles de millones de pesos al año por el servicio de datos. Lo que le quedará a las compañías de Míster Sears y otras similares va a ser que ofrezcan productos especializados de Internet, como ya lo hacen varias empresas mexicanas exitosas, como Sitwifi, que está asociada por la poderosa Google.
Hay que notar que en el asunto del Internet hay dos modalidades: el fijo y el móvil, es decir, la Banda Ancha Fija (BAF) y la Banda Ancha Móvil (BAM). Para el caso de Slim, la primera la ofrece a través de Infinitum y la segunda mediante los celulares de Telcel. Ambos servicios resultan carísimos para los mexicanos, que terminan pagando cantidades mucho mayores que en el resto del mundo.
Por eso en México solamente hay 17% de usuarios BAF, cuando en Japón hay 34.79% y en Estados Unidos 36.61%.
Y en el caso de la BAM, Japón tiene 190 suscripciones por cada 100 habitantes; Estados Unidos, 180, y México solamente 85 (aquí debemos tomar en cuenta que una persona puede tener muchas suscripciones y que se contabilizan también las de empresas y dependencias públicas).
La buena noticia es que hace 10 años en México solamente había 12.5 usuarios por cada 100 habitantes y el crecimiento ha sido de más de 500 por ciento.
Pero hay dos problemas: uno es que el servicio se concentra en las ciudades y dos, que el costo es muy elevado. Algunos gobiernos municipales y estatales, universidades públicas y Google han estado haciendo esfuerzos para ofrecer Internet gratuito.
Pero falta el gran empujón prometido por AMLO.
Hay un negrito en el arroz, y es que seguramente Manuel Bartlett metió su cuchara y ahora resulta que el Internet que dará la CFE no será gratuito, sino “muy barato”, lo que impedirá que los más jodidos, que son los que más lo necesitarían, lo puedan obtener, a menos que le den, por ejemplo, una tarascada a sus 3,850 pesos bimestrales.
Y así ni cómo.