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    Jorge Arturo Rodríguez

    Tierra de Babel

    Aperitivo 1: Con eso de los sismos, tsunamis, guerras y anexas registrados ahora con más frecuencia, encuentro que Jeannette Rankin escribió hace algunos años: “No se puede ganar una guerra como tampoco se puede ganar un terremoto”.

    Aperitivo 2: “El mundo está en peligro y paralizado. Tenemos un invierno de descontento global en el horizonte. Hay una intensa crisis de costo de la vida. La confianza se está desmoronando. Las desigualdades están explotando. Nuestro planeta se está quemando. La gente está sufriendo y los más vulnerables son los que más”. (El secretario general de la ONU, António Guterres). Ahí ‘ta.

    En una de sus Novelas Ejemplares, El coloquio de los perros, Miguel de Cervantes Saavedra sentenció: “El andar las tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos”. Pero en la actualidad parece que tal pensamiento no encaja para nada en un chingo de nosotros, viajemos o no, andemos o no, porque nos traga la prisa y la indiferencia, y en ocasiones sólo hablamos por hablar, sin sustento alguno y sin importarnos las consecuencias. Hablamos porque tenemos lengua.

    Al mal paso, darle prisa, reza el refrán, pero lo malinterpretamos y nos desbocamos en internet: cada instante más cerca y cada segundo más lejos; incluso sin darnos cuenta que nos están manipulando. Para pensar, para meditar no hay tiempo, existen prioridades, ¿o no? “Si te apendejas, te quedas, güey”, escucho a la gente decir y van a toda prisa hacia… ¿adónde? Van en chinga a nada. Porque de nada sirve el correr; lo que conviene es partir a tiempo, ¿o no, Jean de la Fontaine? ¿A qué tanta prisa?

    Da tristeza y coraje, por mucho que pretendan darnos atole con el dedo, ver aún pobreza y desigualdades. Caminen tantito y abran los ojos. Tere García, directora del Banco de Alimentos de México, hace unos días señaló: “El tema del hambre se ha vuelto transparente tristemente, pero se agrava con la pandemia y con la inflación, simplemente el problema que atendemos, que le llamamos el problema gemelo, que vemos los bancos de alimentos: el hambre y el desperdicio, se vuelven más crudos, más fuertes hoy en día y ameritan acciones de todos”. ¿Alguien leyó bien? ¿Ooooyeeerooon? Vaya, la ONU menciona que en la actualidad tres mil millones de personas en el mundo no pueden costear comida saludable, lo que representa que casi 38 por ciento de la población tenga el riesgo de padecer las enfermedades crónicas. Ahí nomás.

    ¿Pa’ dónde jalar? Bueno, Gilbert Keith Chesterton decía que una de las grandes desventajas de la prisa es que lleva demasiado tiempo. Y pa’ acabar pronto, Leon Tolstoi escribió que Dios existe; pero no tiene ninguna prisa en hacerlo saber.

    Intentemos, para empezar, regresarnos a nosotros mismos esa humanidad que tanto nos hace falta. De lo contrario –y no hay que ser brujo ni vidente-, nos llevará la que nos trajo.

    Vaya, busquemos, al menos no ser infelices y no hacer a nuestros semejantes infelices. En la película Mentes maravillosas, dirigida por Bernard Campan y Alexandre Jollien, uno de los personajes dice: “Ni tan pronto ni tan tarde”. Luego señala que para poder meditar hay que “bajar al fondo del fondo; si pasa un pensamiento, déjalo pasar como si fuera una nube”. Y en una conversación, se aprecia lo siguiente:

    -¿Eres feliz?

    -No me hago esa pregunta. No soy infeliz.

    Ahí se las dejo de tarea.

    Los días y los temas

    En su cuenta de Facebook, Alejandro Jodorowsky, el pasado 4 de septiembre, anota:

    “Fotografiado por Pascalita, la mitad de mi alma, me entrego al descanso de cada domingo. Este descanso es cortar completamente con los lazos con que los seis primeros días de la semana nos amarran.

    Sin dinero en los bolsillos, a pie, daré un corto paseo por las calles de nuestro barrio, no leeré las noticias, no pensaré en el fin del planeta, no me sentiré amenazado por una crisis económica, me entregaré por completo al dulce no hacer nada, tratando de encontrarme a mí mismo, tratando de darme cuenta que la vida es el mayor tesoro que tenemos.

    Te deseo que hoy tengas conmigo la maravillosa alegría de estar en vida. 

    Mañana volveré a actuar y escribir para ti.

    Un abrazo, 

    Alejandro”.

    De cinismo y anexas

    Y para no andarle buscando, menos a lo pendejo, les dejo a Fernando Aramburu, de su novela Vencejos:

    “Opino que la felicidad genuina consiste en la conciencia de la superación del infortunio. Sin una dosis de sufrimiento no se produce la felicidad en cualquiera de sus múltiples variantes. Ser feliz no es estar quieto siendo feliz. No hay un absoluto de la felicidad. No hay felicidad en sí. La felicidad es aquí y ahora. Estaba y ya no está, y por tanto uno ha de suscitarla de nuevo si la desea disfrutar. A lo mejor les propongo el tema a mis alumnos el primer día después de las vacaciones. El grado sumo de la felicidad no son, a mi juicio, el hecho venturoso, el instante del orgasmo, el deseo cumplido ni el orgullo satisfecho, aunque algo de felicidad reside en todo ello. A mi modo de ver, la felicidad se asemeja a aquello que escribió no me acuerdo qué novelista: el resultado, con consecuencias físicas y mentales altamente gozosas, de introducirse una piedra en el zapato, caminar un kilómetro soportando el dolor y, ¡momento crucial!, descalzarse.”

    Ahí se ven.