José Luis Salas Torres
Querido Salvador. Han pasado ya siete años de tu partida…
Tus amigos no nos hemos acostumbrado a tu ausencia. Es difícil hacerlo frente a los recuerdos, las charlas, el comentario siempre inteligente, y ahora, en estos años, el brillo de tu familia, llena de éxito y reconocimiento. Tus muchachos heredaron lo mejor de ti. Debes estar muy orgulloso.
Pero aquí seguimos tus amigos de siempre. Quienes te recordamos hoy en tu aniversario luctuoso, pero también en muchos otros días. Todavía abrazados por la sorpresa, porque de repente, sin avisar, te llevaste las tertulias, la conversación amena, siempre salpicada de anécdotas y acompañada de un buen vino; te llevaste además la opinión certera de lo que pasa en estos días tan confusos y que seguramente te causarían tristeza e Indignación.
Como te lo he dicho antes, te llevaste muchas cosas que nos hacen falta y que solo tú eras capaz de compartir. Como aquéllas jornadas que se volvían largas no por tediosas sino por intensas. Así que, si piensas que estás ausente, te equivocas. Sigue tu viaje. Hoy comprobamos que siete años es apenas un momento.
Te fuiste sin despedirte, así que seguirás siempre con nosotros. Hasta luego querido Salvador, jefe y amigo.
Te mando un abrazo muy fuerte.