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    Miguel Ángel Gómez Ruiz

    Contrapunto

    El próximo 30 de noviembre, es decir, dentro de 27 días, Isabel Romero Cruz dejará la presidencia del Poder Judicial. Sin duda no podría haber mejor noticia. Sin embargo, no hay pistas aún sobre quién podría sucederle una vez que se marche de allí para siempre.

    Se rumora al interior del Poder Judicial que su lugar podría ser ocupado por Ailett García Cayetano, pariente del gobernador Cuitláhuac García Jiménez. Ella es la misma que fue bateada por el secretario de Gobierno Eric Cisneros cuando buscó la Fiscalía Anticorrupción.

    Tras su fracaso se cobijó en los brazos de su pariente el gobernador y éste le buscó colocación, ni más ni menos que como magistrada del Poder Judicial. Sí, así, de un plumazo y sin que la mujer tuviera un mínimo porcentaje de carrera judicial llegó al poder, sí, al Poder Judicial.

    Y no sólo ella, también llegaron otros que son amigos del gobernador, como María Lilia Viveros, quien acompañaba a las fiestas al mandatario cuando eran jóvenes”, para celebrar el Sabadaba”.

    La realidad es que el Poder Judicial, considerado el peor de todo el país ha ido decreciendo de tal modo que hoy –como diría la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros- cualquier pendejo puede ser magistrado.

    Si con Sofía Martínez Huerta hubo dudas sobre su capacidad, por lo menos tenía una carrera de 30 años en un juzgado municipal, pero si nos concentramos en Ailett García Cayetano, esta sólo se destaca por ser pariente lejana del gobernador y por ser esposa de Elio Hernández, el titular de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) y de quien se dice, es compadre del mandatario.

    Y bueno, así se han repartido los cargos al interior del Poder Judicial, no en balde vive problemas graves de liquidez y más aún, luego de la puntada que se inventó Isabel Romero Cruz de cancelar los contratos para culminar la construcción de doce ciudades judiciales. Sí, ella pensó “con decirles que ya no las quiero con eso basta”, pero no, la situación no es así tan sencilla. Podrá ser una medida tipo 4T, pero se viene un lío grande para el Poder Judicial.

    La salida de Isabel Romero Cruz era necesaria pues jamás dio el ancho como presidenta. Por supuesto, tenía el auxilio de uno que otro individuo que le pasaban notas para más o menos cumplir con el papel, pero no tuvo la capacidad. Apenas una carrera de Derecho que culminó con apuros y no más. Su semblanza fue ocultada a fin de que no se confirmara su poca preparación.

    Ella debió dejar el Poder Judicial e inclusive ir a la cárcel, cuando en la década de los 80’s ocultó un Amparo que logró el equipo de abogados de un preso. La entonces magistrada Teresita Álvarez de Santés se dio cuenta de la tropelía cometida por Isabel Romero Cruz y la despidió, pero ella corrió a suplicar misericordia al entonces presidente del Tribunal Superior de Justicia, Julio Patiño quien por consejo de la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, la envió a un juzgado menor.

    De hecho, ella estaba retirada, pero fue sacada de su casa para ser convertida en magistrada debido a que era una aplaudidora de la 4T y del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador. Así.

    Pero deja un desorden impresionante, pues se calcula que hay más de 70 mil expedientes sin resolución en la entidad. Jamás se esforzó ni presentó un proyecto para aplicar la justicia digital y en el tema de la pandemia de Covid-19 brilló por su mediocridad, sin condolerse que hubo contagios en los juzgados y lo que fue peor, muertes.

    Aunado a ello, determinó bajar el salario, por orden de Cuitláhuac García, a magistrados y sus equipos. Despidió a personal que tenía experiencia y se le dio lugar a decenas de improvisados que contribuyeron al declive del Poder Judicial.

    Qué bueno que se va, pero seguramente ello no le eximirá de afrontar uno que otro proceso, debido a los despidos de magistrados como Marco Antonio Lezama Moo que ganó un Amparo federal y que no fue repuesto en su cargo, como también el despido de Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, la magistrada más laureada dentro del Poder Judicial. La despidió por viejas rencillas, sin respetar un decreto de diputados locales que en 1997 la nombraron magistrada numeraria con carácter de inamovible.

    Y lo que fue peor, en venganza por el despido que ordenó la magistrada Teresita Álvarez de Santés en los 80’s, le quitó el seguro médico y el derecho a la atención a su hijo, Mario Santés Álvarez, que laboraba en la Defensoría de Oficio del Poder Judicial. Mario, un buen hombre, se quedó sin atención médica y murió a causa de enfermedades crónicas, únicamente apoyado por sus amigos y no por el Poder Judicial en el que él y su madre dejaron sus vidas allí.

    Sin duda, la justicia debe alcanzarla en algún momento.

    PD Muchos mexicanos, sumidos en la ignorancia se convirtieron en aplaudidores de la 4T. En los últimos días celebraron el triunfo de Lula en Brasil con todo y que el presidente Bolsonaro es la copia de López Obrador en ese país. Esa misma gente aplaude que no haya medicinas, que la gasolina esté en un precio muy alto, que la canasta básica esté a precios impagables y que el Ejército ande en las calles sin esforzarse para disminuir la violencia. En algún momento volverán a la realidad.