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    Julio Vallejo

    La línea delgada entre mi opinión y la tuya.

    Mientras comía una deliciosa torta de jamón, escuchaba con atención como jugaban en la calle fútbol, cuando de repente escucho un chiflido del “gallo” acompañado de un grito, ¡Beni nos falta un jugador!, en ese momento, por poco, me atraganto con la torta, ¡porque yo no sé jugar fútbol!; pero me encanta pegarle al balón.

    Llegando a la cáscara me toca reforzar al equipo que iba perdiendo, por cierto, nadie me tocaba el balón, yo tenía que ir por el a todos lados, apenas mis pies acariciaban el cuero, cuando ya me la estaban pidiendo.

    De repente mis cuates dicen: gol gana, ¡cómo era eso, si acababa de entrar!. En fin, ya estando en medio de la calle me mandaron el balón justo en los pies, la bajo como todo un torero en plena plaza, sin pensarlo meto un fierrazo de zurda y clavo un tremendo golazo; la afición me aplaudió y se quedó sorprendida por un buen rato.

    Hoy en día los aficionados mexicanos se proyectan dentro de un estadio de fútbol apoyando a aquel que mayor los representa dentro del mismo equipo, situación que no es ajena en el caso de los partidos políticos,  tras encontrarse peleando unos con otros por el balón; perdón por el poder.

    Sabemos que los aficionados siempre gritan de alegría, lloran su derrota y están con los nervios de punta mientras dura el encuentro. 

    Son ellos quienes a través de su empatía logran influir en la selección de los integrantes del equipo, no dejando a un lado la capacidad y habilidades, dado que pareciera que entrarán en tiempos extras y en el peor de los casos definir, en la zona de penales.

    Los que saben de balompié, comentan que los balones de los profesionales se inflan con helio para que sean ligeros y pueda tener un mejor efecto al pegarle. 

    La cabeza humana, es igual que un balón de futbol; redonda, ¡sí¡ pero no está diseñada con el mismo bosquejo; es decir, unos están hechos de cuero, otros de plástico y depende de la marca que lo haga.

    Lo mismo pasa, cuando la cabeza golpea el balón, no todos la van a direccionar con la misma precisión o inclinación. Es como el “fuera de lugar”, que se maneja a conveniencia en el presente mundial, pues cuando es necesario recurres a la tecnología (bar) para anular de manera errónea un gol o simplemente lo dejas pasar, sucedido en el encuentro de inauguración con la selección de Ecuador con el país anfitrión, o en el de la Selección de Argentina.

    A quién le vas.

    La selección mexicana de fútbol actual, cada vez que se habla de ella, es como si se hiciera una aritmética malévola,  pues pareciera la peor de la historia, yo no sé si sea como la mal llamada trasformación, ya ves que es de lo único de lo que hablamos últimamente y más porque ya vamos a terminar el sexenio.

    Lo comento porque ya queda menos de dos años y uno de ellos es proceso electoral.

    En los informes de actividades se oye reiteradamente que los gobiernos anteriores hicieron mal, que fueron corruptos o no hicieron nada, en fin, falta poco para que este gobierno termine y hagamos una verdadera evaluación. Y que bueno sería que AMLO se pareciera a Francisco Guillermo Ochoa portero de la selección Mexicana.

    Memo Ochoa, ha sido criticado severamente antes de ir al mundial de Qatar, es un joven experimentado que lleva cinco mundiales que no para ni un penal, pero eso sí, aparte de incomprendido y satanizado aún con todo esto, siempre está en los momentos más precisos salvando a la selección, es decir a nuestra nación.

    Por cierto nunca jugué más en mi barrio pero cada vez que voy, mis cuates se acuerdan de ese golazo. ¿Quisieras que se recuerde al presidente AMLO como uno de los mejores gobernantes aún siendo criticado en todo su gobierno? Ojo no dije que lo sea. Tú qué opinas.