Sergio González Levet
Sin tacto
El atigrado orgullo nacional ha recibido una raya más.
Nuestros muchachos se quedaron a una nada de anotar un tercer gol, y de evitar que le anotaran el tanto árabe que los dejó fuera de la siguiente ronda, lo que no nos pasaba desde 1978, ¡hace 44 años!
Los argentinos también estuvieron a un pelito de ayudarnos, pero Messi falló un penal. ¿Venganza ante la arrepentida amenaza del Canelo Álvarez de encajarle unos ganchos al hígado porque según había mancillado la Verde que le había canjeado Andrés Guardado?
México está hoy de medio luto, aunque de alguna manera aliviado porque los aficionados ya van a poder disfrutar los partidos de este Mundial que se ¿celebra? en un país que atenta contra los derechos humanos y mantiene sus leyes en favor de la ignominia.
Nuestra selección mexicana ha quedado eliminada. El país sufre y se acongoja. La identidad nacional se encarama en la baja autoestima, en la persistente sospecha de que no somos triunfadores, que estamos hechos para la derrota.
Pero… selección ¿nacional? ¿El equipo que fue a la Copa Mundial representa en realidad a todo el país?
¡Noooooo! (léalo con el énfasis que usa el Andrés Manuel López Obrador en el micrófono cuando le dicen algo con lo que no está de acuerdo: ¡Noooo!, así).
A Catar fue una escuadra seleccionada por los dueños de los equipos de futbol de la Primera División de la Liga Mx (y los de las dos televisoras más grandes), que fueron los mismos que contrataron al argentino Tata Martino para que dirigiera, por unos módicos 7 millones de dólares, de tan mala manera al conjunto nacional.
No sé cuál es la ley que permite que un equipo formado por dueños de equipos privados lleve la representación nacional y nuestros colores a un torneo internacional, pero estoy seguro que la de los Símbolos Patrios no es.
Los dueños del América, del Guadalajara, de los equipos de Monterrey, del Pachuca, son los que deciden cómo se conforma la selección nacional y quién la comanda. Ahí sí no hay nada de democracia, de participación del pueblo bueno y honesto (¿verdad, señor Presidente?), de voluntad de las masas.
Y los señores de la Federación Mexicana de Futbol hacen lo que quieren con esa especie de concesión que reciben a cambio de nada, y por la que obtienen ganancias fabulosas, que se reparten a manos llenas entre ellos, provenientes de la jugosa publicidad y la repartición que les hace la FIFA al final de la justa.
Yo no creo que México quedó eliminado. Yo no siento lastimado mi orgullo de connacional. Los que perdieron fueron los dueños de la Femexfut, aunque se embolsaron cantidades fabulosas de dólares.
Habría que ir analizando cómo está eso de que ellos son y han sido siempre los dueños de la Selección Nacional.
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