Sergio González Levet
Sin tacto
Desde hace algún tiempo, varios miembros y “miembras” de la Cuarta Transformación han tomado la bonita costumbre de ofrecer pláticas en auditorios más o menos acarreados y muy acotados, a las que les ha gustado denominar como “conferencias magistrales”.
Es una manera de darle vuelta al hecho de que alguna funcionaria o funcionario no tiene los arrestos necesarios para ponerse frente a una masa de ciudadanos y tratar de levantar la simpatía y el convencimiento a través de un discurso político, motivador, encendido, provocador.
Al parecer, el primer personaje morenista que tuvo la idea de evitar así el peligroso contacto directo con la masa fue la ingeniera Rocío Nahle García, quien en la campaña a senadora por Veracruz de 2018 -en fórmula partidista con el actual alcalde de Xalapa, Ricardo Ahued Bardahuil- mostró su falta de habilidad para comunicarse con los ciudadanos y para manejar ideas y pasiones desde el micrófono público.
Como la señora tiene una personalidad más bien reservada y hasta tímida -muy en consonancia con el carácter regional de su tierra de origen, Zacatecas-, la campaña para el Senado se tuvo que cargar en el carisma, el don de gentes y la simpatía natural que irradia Ricardo Ahued Bardahuil, con tanto éxito que ambos ganaron la elección de ese año con un margen bastante amplio.
Pues bien, como la ingeniera Nahle tiene el sueño de ser Gobernadora de Veracruz, desde el primer día de Cuitláhuac García como mandatario estatal se ha dedicado a ser la aspirante preferida de la administración y a disfrutar de las mieles de la amistad a través de múltiples apoyos que se le han dado en todos los ámbitos y a partir del presupuesto y el poder del Gobierno estatal.
Pero como en esta cruzada sentimental la señora de Zacatecas ya no cuenta con el acompañamiento del presidente municipal de Xalapa, pues a sus sesudos asesores del grupo cuitlahuista se les ocurrió organizar eventos multitudinarios en los que ella subió a una tribuna muy resguardada del polvo del pueblo al que dicen querer tanto, y desde la lejanía del pódium jugó a ser una política cercana, simpática, atrayente, popular.
Así, los nahlistas veracruzanos, enquistados todos en el grupo cercano del poder estatal, se empeñaron en organizarle a su adalid concentraciones en el World Trade Center de Boca del Río, que aderezaron con la asistencia “voluntaria” de empleados del Gobierno y de estudiantes de escuelas preparatorias de la zona conurbada.
Y así doña Rocío se pudo imaginar que era querida por “su” pueblo y pensó que con esas “conferencias magistrales” iba a convencer a sus no-paisanos de que era más jarocha que las picadas y que la picardía.
Pero…
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