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    Inocencio Yáñez Vicencio

    Crimen organizado cubre 81 por ciento del territorio nacional, son las ocho columnas de El Universal, en su edición del día de hoy. Son las consecuencias de la política » Abrazos, no balazos» al día de hoy, pero eso no es todo.

    Sume que que Amlo, ya hizo historia sobrepasando a sus predecesores en la cifra acumulada de muertes dolosas, pero a todo esto agregue que este idilio entre el crimen organizado y el actual gobierno de Morena, lo aprovecharán las diferentes bandas dedicadas al narcotráfico, al secuestro, a la extorsión y a cobrar piso, para reclutar, armarse y a expandirse, la próxima administración no tendrá más opción que echarse a sus brazos o ir a la guerra para recuperar el territorio que les entregó la 4T.
    La pregunta obligada es ¿ quiénes son los cómplices de Amlo ?
    El pueblo que le aplaudió a Hilter, su politica de exterminio, finalmente no pudo evadir su responsabilidad. La comunidad internacional condena esa actitud de Alemania y tan es asi que hoy no pueden hablar de patriotismo sino de patriotismo constitucional. Pero los mecicanos parece que no aprendemos de la historia. Tanto los que por unas cuantas monedas vierten elogios a esta política de claudicación y traición como los que guardan silencio de la rendición del Estado ante las bandas delictivas.
    Después de que el presidente se dedicó a destruir los contrapesos republicanos, estableciendo que el poder legislativo no puede cambiarle ni una coma a sus inocistivas e introdujo ministros en la SCJN de la calaña de Yasmin Esquivel, para anular el control y la supremacía constitucional, no quedaba más contención al despotismo presidencial que la resistencia social, en cuyo espacio ocupa un lugar muy importante los medios de comunicación. El problema es que los medios no son todos neutrales. En ellos, como en botica, hay de todos. Unos ligados al poder. Otros vinculados al poder económico. No faltan los idealistas, que viven para una causa. En los distintos géneros periodísticos hay «pluralidad». Intelectuales orgánicos. Intelectuales que quieren aparecer imparciales cuando sirven a grupos que tienen o buscan parcelas de poder. A nivel federal vemos a Lorenzo Meyer, Ignacio Taibo, el Fisgón… que tratan de maquillar el discurso del gobierno morenista para que sea aceptado. No se cuestiona que hagan ese trabajo sino que deben asumir su complicidad en esta demolición de la República y de utilizar el hambre para manipular y levantar sobre sus escombros una dictadura.
    En Veracruz, también tenemos en los medios de todo. Medios orgánicos, medios comprometidos con los grupos de poder. Medios al servicio del que pague más. Eso de ninguna manera es nuevo ni se cuestiona. Lo que también se exige es que se asuman como lo que son y no evadan el » juicio final». Esta actividad es tan generosa que que no establece ningún requisito para su ejercicio. Recuerdo que el dueño y director de La Tribuna de Tuxpan, Simón Loya, cuando le llevé mi primera colaboración, cursaba yo segundo de secundaria, me dijo: En esta actividad lo único que se te pide es que sostengas lo que escribes. En ese tenor tanto los que incursionamos porque fracasamos o no tuvimos éxito en otra profesión como los que a través de contratos o venta de algún servicio se comprometen, lo único que se les pide es que no nos vengan con el cuento que ellos vendían servicios profesionales, no su persona. Nadie podría creerle eso a La Jornada, cuando con Peña Nieto recibió menos de 100 millones en contratos y con Amlo, ya rebasó los 400 millones en contratos.
    Es de dominio público que hubo aquí quienes lo mismo que le destinaban a Fidel, después le condenaron a Duarte y así se ganaron contratos con Miguel Ángel Yunes, y otros hasta el IPE. El viacruces que hoy viven los que le sirvieron a Fidel, a Duarte, a MAYL, debería servir a los que hoy deambulan por las oficinas de Cuitlahuac y colaboradores, para pagar los los costos de su complicidad con el gobierno morenista.
    Maquiavelo, Hegel, Weber y muchos otros grandes pensadores trabajaron para gobernantes. Samuel Huntington, trabajó para la CÍA y nunca se lo reprocharon. Decía Bobbio que todos tenemos algo de intelectuales orgánicos. Con esto queda claro que lo que se condena es la hipocresía. No se vale que quienes por encargo han destruido honras, por señalamientos que los mismos jueces de otros gobiernos desecharon, ahoran pidan solidaridad para un ejercicio que mancharon con toda y las letras de que presumen pero que no constatan.
    La historia es implacable. Nadie escapará a ella. Morena será llevada a su Tribunal junto a sus focas que hoy, como los que ayer aclamaron la justicia callejera, para destruir instituciones y vengar afrentas personales