Sergio González Levet
Sin tacto
Xóchitl Gálvez está convertida en un fenómeno sociológico. Todo el mundo habla de ella, al grado que logró desplazar de la agenda política nacional al propio presidente Andrés Manuel López Obrador, a quien convirtió de ser el centro de las pláticas y los corrillos a ser un locutor más, encimado en el tema de esta mujer menuda y entrona… de la que todo el mundo habla.
Y como todos hablan de ella, me dije a mí mismo que debía escribir yo también sobre la imagen emergente y pasmosa de la senadora por el PAN. Y me dispuse a hacerlo, pero como todo reportero que se respeta pensé en que debía comentar sobre ella algo que no hubiera dicho ya alguno de mis colegas de Veracruz y del país.
Primero se me ocurrió decir que desde hace dos semanas está convertida en un fenómeno de la comunicación social y de la política. Pensé en poner algo inteligente y revelador, como que al cerrarle la puerta de Palacio Nacional, López Obrador le había abierto las puertas a la candidatura del Frente Amplio por México para la Presidencia de la República en 2024.
Pero eso ya lo había dicho Denise Dresser.
Se me ocurrió también darme una vuelta por su biografía y destacar su origen otomí, su ombligo en el Valle del Mezquital, su vida de esfuerzo y su alpinismo peligroso hacia la cumbre del éxito, su carrera política limpia, su lucha por las mujeres, por los indios, su solidaridad con los jodidos… también su lenguaje florido y ayuno de pena alguna, su valentía, su inteligencia.
Pero todo eso ya lo conocen todos.
Me quise aventurar por su carrera empresarial de éxito, que empezó desde los estudios esforzados en la UNAM, pasó por el INEGI como primer empleo con reconocimiento por su formación de ingeniera genial, informada, muy preparada. Su condición de empresaria humana.
Y resulta que eso está ya consignado en columnas y reportajes recientes.
Ah, me dije, puedo entonces recorrer su carácter especial, recordar su sonrisa permanente, su enorme inteligencia emocional, social, intelectual. Cómo se contiene y nunca se enoja más de la cuenta, de lo debido… O tal vez aludir a que se mueve por las calles peligrosas de la Ciudad de México en una bicicleta mecánica, convencional, como si fuera ministra de Dinamarca o de los Países Bajos.
Entonces recordé varias fotos que circulan suyas trepada en los pedales, armada con una sonrisota plena, que la define toda.
¿Qué podría escribir de Xóchitl entonces que nadie hubiera puesto ya? ¿No habría nada nuevo bajo el sol que pudiera extraer del fondo de la imaginación para darle a conocer en exclusiva?
Y me di cuenta de que no; de que Xóchitl está en todas las páginas de los periódicos, en los televisores noticiosos, en las pantallas de los portales, en las redes, en la boca de la gente buena y honrada que es el pueblo.
Y ante tal imposibilidad, preferí mejor no decir nada de Xóchitl Gálvez… sólo por esta vez.
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