Enrique Yasser Pompeyo
Mesa de Redacción
En política no es nada raro que haya deslealtad y el estado de Veracruz no es la excepción.
Sobran casos de personajes que brincan de un partido a otro, que dan su respaldo a los contrincantes o que traicionan a sus jefes políticos con tal de alcanzar sus intereses personales.
Ahora, con la sucesión gubernamental adelantada, entre personajes de un mismo partido político se han incrementado los señalamientos y las acusaciones.
La situación que se vive en Morena muestra que la unidad de la que tanto se habla no es tal.
Pero también se pone en duda que no todos los morenistas siguen los principios de no mentir, no robar y no traicionar.
Lo peor es que se lo hagan al pueblo, del que tanto se dice que defienden.
Las aspiraciones legítimas de los integrantes de los diferentes grupos morenistas podría llevar a un escenario que se complicaría rumbo al 2024 si no logran acuerdos y consensos.
Aun cuando existen grupos bien definidos y con cohesión, hay otros que han perdido el piso.
Hay quienes se han convencido de que sólo ellos son merecedores de aspirar, contender y alcanzar los cargos públicos.
Cuando se pensaba que este tipo de situaciones solamente se vivía en los partidos políticos tradicionales, queda de manifiesto que la búsqueda del poder y la ambición cambia a cualquiera.
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