Destacado

    Sergio González Levet

    Sin tacto

    El poder absoluto, dicen los analistas más serios de la política, es un basalto, un monolito, un diamante casi indestructible. Maquiavelo, Spinoza y Nietzsche revelaron cada uno a su modo la naturaleza de esta condición que llega a poseer algún humano de tanto en tanto, en la historia y en la geografía.

         Pero el poder absoluto, con ser tan macizo, se desmorona irremediablemente cuando presenta alguna fisura, por más minúscula que sea. Es como el vidrio cuando se corta, que con un milímetro de incisión resquebraja (“rescrebaja”, para la 4TV) hasta la base toda su rígida consistencia.

         Y con eso voy en nuestra realidad nacional, pero empezaré por el principio.

         1. El presidente López Obrador, desde la misma mañanera, censuró antier al Secretario de Gobierno de Veracruz, Eric L. Cisneros Burgos, por la cuantiosa cantidad de espectaculares y bardas pintadas con su efigie o con su nombre. Desde el mismo púlpito de la República, lanzó el anatema: “Si quiere hacer campaña, que renuncie”.

         2. En un acto verdaderamente inusitado, el funcionario aludido se atrevió a darle una contestación al líder moral de la Cuarta Transformación.

         “No soy un vulgar politiquero”, le dijo a sus correligionarios que le exigieron que hiciera caso a lo dicho por “El Señor”. Y tampoco quitará su publicidad, porque “no la colocó con recursos públicos” (?)

         E intentó justificar, tratando de minimizar la reprimenda, que al Presidente la reportera le preguntó sobre su promoción, pero no le aclaró que era sobre un libro.

         Dijo pues que no iba a bajar sus espectaculares y que no iba a renunciar. O sea: que no dejaría de hacer campaña ni menos abandonaría su jugoso puesto, como se lo había ordenado prácticamente el Patriarca.

         3. En respuesta a la censura presidencial y a la ordinaria contestación ofrecida por su subordinado, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez ofreció ayer una conferencia de prensa en el Salón de Banderas de Palacio de Gobierno. Todos esperaban que cayera inmisericorde con todo el peso de su ley sobre el colaborador irrespetuoso. Vaya, por menos, mucho menos que eso, se fueron del Gobierno federal personajes tan importantes como Carlos Urzúa, Alfonso Romo, Julio Scherer, Arturo Herrera, Irma Eréndira Sandoval, Olga Sánchez Cordero.

         Pero Cuitláhuac llegó… y le tembló la mano. Lo único que se atrevió a hacer con su insurrecto empleado fue hablar con él, convencerlo de que no busque la candidatura a Gobernador, aceptar que siga siendo el poderoso Secretario de Gobierno que es y permitir que busque alguna otra candidatura.

         Y aquí es donde se abrió la primera falla en el monolítico poder de AMLO. Hasta ayer era inimaginable que alguien se atreviera, no nadamás a contradecir al Presidente, sino a manifestarle el más ligero desacuerdo, porque la guadaña caía sobre esa persona, como sucedió tantas veces en estos cinco años de poder sin límites.

         Eric Cisneros dio el primer paso, y de ahí habrá otros que se atreverán a discutirle, porque pensarán que el caudillo es sólo un tigre de papel, después de que aceptó la grosería de un oscuro funcionario del Gobierno de Veracruz.

         ¿Qué le sabrá Eric a Cuitláhuac, que éste le dejó pasar esa desmedida grosería a su protector? ¿O es simplemente que le tiene miedo?

    sglevet@gmail.com