Mar de León
Minuto
Cómo me duele mi estado, Veracruz. Me duele verlo tan al revés, tan roto, tan volteado y retorcido. Duele haber nacido en su sucia y descuidada capital y ver que vengo o que soy parte de un engrudo humano político que otras personas, que no conozco y menos reconozco, ambicionaron.
Soy una dama y me repugna salir y caminar en algunos parques de Xalapa, todos descuidados por el gobierno, si se le puede llamar así a lo que está jugando Cuitláhuac. Ya sé qué va a pasar si se me ocurre salir a caminar (actividad que me reconforta en extremo si no hay maleantes cerca) y me parece esto tan deprimente que me provoca hasta el llanto.
Recuerdo que cuando yo estaba en la preparatoria había un portal de fotos de cadáveres que habían muerto de manera trágica. La que más me impactó fue la de un hombre que fue atropellado por un tren y cómo quedó su cara.
Mientras veía esas fotos, mi mamá se dio cuenta del contenido que miraba por curiosidad y me dijo que si seguía viendo esas imágenes me iba a hacer daño en el cerebro. Esa frase me impactó mucho, por lo que dejé de verlas. Le creí porque no estaba estudiando criminología o medicina y no tenía por qué ver ese tipo de heridas si no las iba a sanar.
Esas palabras que me dijo mi mamá se quedaron grabadas de por vida en mi ser y es verdad que nunca volví por mi propia cuenta a buscar ese tipo de imágenes.
Y cuando las redes empezaron con ese cinismo de aventar ese tipo de imágenes las esquivaba y le agradezco a mi mamá por haberme salvado de muchas pesadillas y complejos en mi desarrollo.
Ahora me indigna y me preocupa mucho que al abrir un periódico o encender la TV esas imágenes plagadas de sangre sean transmitidas con tanto morbo. Si caen en los ojos equivocados, seguirán ocurriendo crímenes de ese tipo. Y los jóvenes creerán que este mundo no tiene remedio cuando siempre hay una solución para todo.
Instagram: margel.deleon