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    Uriel Flores Aguayo

    Una tentación de los hombres del poder es volverlo infinito. Es parte de la condición humana y una desproporcionada ambición. Se consideran indispensables e instalan el “necesariato”.

    Tiene que ver también con personalidades narcisistas y redentoras. Por supuesto que no son hombres de Estado; son comunes y corrientes.

    Los ejemplos abundan: Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, los Kirchner, etc..

    Para que su poder sea infinito necesitan gobiernos dictatoriales en bruto o mediante diversas formas totalitarias.

    Por supuesto que sus sociedades se achican y derivan en masas clientelares con impacto deficitario en libertades, democracia y desarrollo social. Se vuelven un embudo para que progresen sus pueblos. Se establece el pensamiento único, el culto a la personalidad y el predominio de la propaganda. Esos son casos extremos donde se ejerce represión y expulsa a millones de sus ciudadanos. Hay otros niveles donde se intenta practicar el poder casi absoluto. Es el caso de México. El presidente AMLO ha hecho todo, ilegal y anti democráticamente, para someter a los otros poderes, eliminar las autonomías y asegurarse arteramente su sucesión. La diferencia con los casos señalados es que , aquí, tenemos un poder finito. Gracias a las disposiciones constitucionales que prohiben la reelección y una correlación legislativa que no le da mayoría calificada a Morena, el presidente concluirá su sexenio en un año más. Nos vamos a ahorrar los horrores que generan los caudillos. Se irá AMLO y nada será igual. El carisma y la popularidad no se transfieren, ni los votos están en bolsas . Con todo y el apoyo presidencial, sobre todo con los programas sociales, los candidatos oficiales no tienen la seguridad total de que van a ganar. Habrá competencia real en el 2024. Muchos tenemos la sana curiosidad de ver las caras y actitudes de la nueva casta política morenista ante una confrontación electoral donde nada les caerá del cielo ni de a gratis por efectos externos. Sobre todo a nivel local. La coyuntura política nacional, reflejo de lo avanzado históricamente, con una democracia frágil pero real, permite que tengamos elecciones verdaderas y competidas. Es real la posibilidad de otra alternancia presidencial y correlación pareja en el Congreso.
    Recadito: cierran con desgobierno en Veracruz.