Sergio González Levet
Sin Tacto
Desde hace una semana Marcelo Ebrard le ha estado robando la atención de los medios y de la opinión pública a Claudia Sheinbaum, que si no fuera por él y por el milagro que ha sido Xóchitl Gálvez debería estar ahorita en los cuernos de la luna y en el interés de todo el país, de acuerdo con el cronograma que había instituido Andrés Manuel López Obrador para el manejo de su sucesión.
Pero tampoco en eso pudo conseguir su objetivo la corcholata consentida del Presidente, y se ha retirado sin quererlo a un modesto lugar segundón en la puesta en escena del inicio del proceso electoral, porque en este momento pareciera que para nadie es noticia lo que haga o deje de hacer. La nota en los últimos se la han llevado las chanclas de Raquel Buenrostro en la cumbre del G20 en la India y las declaraciones de Marcelo en contra de la forma de selección de la corcholata morenista.
Xóchitl, que es un animal político y una formidable manejadora de los medios de comunicación ha seguido estando permanentemente en todos lados. Como muestra, su oficina tiene una lista de 240 solicitudes de entrevista, no obstante que ha concedido varios cientos de ellas.
Pero es destacable el posicionamiento mediático de Marcelo Ebrard en este momento inicial del proceso que culminará con la elección del nuevo Presidente de la República, de 162 senadores, de 500 diputados federales, de los diputados locales de 31 legislaturas y de más de 2 mil presidentes municipales.
Ayer logró atraer los reflectores sobre su persona con el anuncio de que a las 2 de la tarde daría una declaración importante en un hotel de la Ciudad de México. Y ahí se reveló que su estrategia inmediata es mantener la atención sobre su persona a base de chicanas, como hacen ciertos abogados para dilatar las sentencias o la conclusión de una sentencia.
¿Que por qué? Porque en lugar de anunciar si se quedaba en Morena, si se iría con Movimiento Ciudadano o buscaría aliarse al Frente Amplio por México y subirse al carro histórico de Xóchitl Gálvez, Marcelo simplemente dijo que esperaría hasta un mes para ver qué respuesta daba el partido Morena a su denuncia sobre el proceso de la selección de quien coordinaría la Cuarta Transformación. Y si no acordaban repetir la elección, pues entonces ya no tendría qué hacer en Morena.
Puras chicanas marcelistas para mantener los reflectores sobre su persona, porque un rasgo esencial de su carácter es que le encanta ser el centro de la atención y estos días han sido gloriosos para su ego.
Peeeero, el problema que puede tener es que la gente se canse de sus desplantes y lo vaya olvidando hasta que Marcelo con su sueño “se vuelva, más tú y ello juntamente, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada” (Góngora).
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