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    Luis Bustos
    EnEstaHora
    Ricardo Ahued ha impuesto como «moda» dar su audiencia pública en la Sala de Cabildo del H. Ayuntamiento, dizque para que el pueblo vea y sienta que si es atendido.

    El comentario anterior nace de la imagen que ilustra esta nota, en la cual se observan decenas de ciudadanos sentados en espera de ser atendidos por el Alcalde y equipo de trabajo que le acompaña.

    Una cosa es cierta, las personas que aguantan estar sentadas en espera de ser escuchadas, antes se deben de recetar las peticiones que traen los ciudadanos que ocupan lugares antes que ellos y, obviamente, llevan su problemática de sus colonias, barrios o calles y, luego, igualmente, habrán de escuchar las respuestas que les va dando la autoridad.

    En lo personal, cuestiono al Alcalde si cree que ese tipo de atención es mejor para el pueblo?

    En mi experiencia de vida, he aprendido que la ciudadanía quiere y necesita ser escuchada y para ello, se requiere de tiempo y cierto grado de privacidad para favorecer que en confianza poder manifestar sus planteamientos de cosas públicas, sus necesidades como ciudadanos y si, muchas veces, hasta sus sus apremios personales.

    No omito decir que he platicado con varias personas de las que acuden a esas audiencias públicas y me han manifestado esa «pequeña molestia», de esperar y, especialmente, el tener que enterarse de otros problemas que, en algunos casos, hasta aumentan sus propias angustias personales.

    En razón de eso, que no es una trivialidad, opino que si el alcalde tiene destinadas 3 o 4 horas para atención de esa audiencia pública, igual tiempo puede ocupar o, quizás hasta menos, si va recibiendo a cada solicitante o solicitantes, en su oficina y en compañía de sus colaboradores va impartiendo instrucciones.

    Ese tiempo, en la oficina del Alcalde será más grato y productivo para el ciudadano que sentirá lo que efectivamente es la atención del funcionario público, más si se trata de la máxima Autoridad municipal, el señor presidente, al que le dio su voto en la urna y hoy le atiende en su Despacho.

    Queda hasta aquí mi razonamiento personal y, desde luego, usted amable lector tendrá una mejor opinión.