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    Vicente Luna Hernández 

    De todo hay en la viña del Señor, liderazgos naturales – que con cargo o sin cargo –  están en contacto permanente con sus grupos afines, simpatizantes o miembros de alguna organización cercana con sencillez y respeto, están aquellos que en épocas electorales se muestran amables, atentos y tratan de mostrar cercanía con sus semejantes, también están aquellos que tienen contacto con sus cómplices, aliados y grupo cercano que disfrutó de los beneficios cuando el “ líder” estuvo en la plenitud del poder, sin olvidar aquellos que por su actitud en la cima quitan más de lo que dan – salvo que aporten dinero -, aquellos que por su soberbia y prepotencia, aquellos que traicionaron a sus electores cuando ejercieron un cargo de elección popular, aquellos que robaron con los 10 dedos de sus manos, aquellos que escondidos en los sótanos de sus mansiones han dejado pasar el tiempo y han operado desde las sombras para beneficiar al partido en el poder, aquellos que presumen la camiseta de su partido pero debajo de ella traen otro de color de playera, aquellos que hacen todo un show para renunciar a sus colores y guardan esperanzados que los volteen a ver aquellos que hoy tienen el poder pero que nadie se confunda y que nadie se sorprenda ¿ cuándo ha sido diferente? ante el proceso electoral más grande en la historia de México, ¿  se esperaban sonrisas y manos entrelazas ante decisiones de las dirigencias o de los lideres máximos de cada partido? ¿Qué de raro tiene que salgan unos y entren otros?

    Ningún partido está exento de la fugas de sus capitales electorales, todos representan votos, más o menos pero algunos tienen un capital político que han ofrecido – previo a sus renuncias programadas – a otras fuerzas políticas o a otros futuros candidatos, nada tiene de extraño, entre las militancias partidistas la mayoría se conoce y saben de su fortalezas y debilidades, los señalados de corrupción de ayer serán los apóstoles de la honestidad de hoy, ¿ cuantos se tendrán que “saborear” declaraciones públicas contra el partido al que piensan unirse? ¿Cuantos enarbolan su “dignidad” en aras de justificar sus ambiciones y berrinches personales? Esa dignidad que andan dejado regada en pedazos durante su trayectoria política.

    Lo cierto es que la mayoría fueron beneficiados de muchas maneras cuando su partido tuvo el poder político y muchos – aunque sus partidos no fueron gobierno – hoy disfrutan lo que ayer se “ganaron” alabando sin cesar y “defendiendo “las bondades” de su partido político, ¿ algún partido está libre de estas acciones? ¿Quiénes realmente tienen un liderazgo social para influir más allá de su grupo de amistades?  ¿Los que tienen la cara sucia al llegar a otro partido llegarán con la cara limpia? ¿En serio creen que la ciudadanía se olvida de paso en la administración pública? ¿Realmente sus ausencias dañaran más al partido que sus presencias?

    Aquellos que han salido de un cargo de elección popular, aquellos que fueron dirigentes partidistas, aquellos que hoy ocupan un lugar en un cabildo y han renunciado a sus partidos que los cobijo, postuló y muchas veces los encubrió, ¿en serio mínimo pagaron sus cuotas partidistas? ¿Dónde empieza y donde termina la lealtad ideológica y partidista? Si alguien tiene la respuesta que por favor ofrezca una conferencia magistral en estos momentos de “pollitos y pollitas” en fuga.

    Lo cierto es que muchos de los que hoy tratan de justificar sus renuncias partidistas y son los grandes demócratas y alumnos de Platón no se dieron cuenta de la falta de democracia interna, del autoritarismo de sus presidentes nacionales y estatales y elite de dirigentes, aplaudieron acciones que se daban pero que no tocaba sus intereses o incluso los beneficiaba, hoy presumen hablar de una militancia que muchas de las veces ellos ignoraron como ahora son ignorados ellos, ¿ a quién quieren engañar?

    Lo cierto es que Veracruz es el cuarto padrón electoral del país, hay más de 5 millones de ciudadanos a los que hay que motivar, convencer, involucrar en el proceso electoral más grande del país, es responsabilidad de los partidos presentar propuestas de policías públicas que convenzan a los ciudadanos a participar en política, hay que impulsar cuadros municipales aunque no estén afiliados a sus siglas, hay que convocar a pequeños comerciantes, visitar los mercados públicos, las agrupaciones ciudadanas organizadas, es lamentable – más si es por razones válidas – que militantes renuncien a sus filas pero la pregunta es: ¿ realmente lo lamentaron las elites partidistas o muchos con una sonrisa exclamaron ¡qué bueno que se fueron!

    0.D.- Con el ánimo que haya más política y más ciudadanía en este proceso electoral…Escribiré otro día.