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    Manolo Victorio
    Carpe Diem

    La democracia mexicana es un mazacote burocrático en el cual el árbitro y la partidocracia han sido incapaces de hacer que salgan a votar más allá de 6 de cada diez ciudadanos enlistados con credencial a la mano.
    En la elección presidencial del 2018, la participación cívica fue del 63.42 por ciento y el presidente Andrés López Obrador recibió como candidato el voto del 53.19 por ciento de los ciudadanos empadronados. 30 millones 113 mil 483 sufragios que lo legitimaron como presidente electo.
    El Instituto Nacional Electoral tiene, por ley, 48 minutos al día, a partir de las 06:00 horas y hasta la medianoche en la programación de la radio concesionada y la televisión abierta.
    Cada estación de radio concesionada, cada canal de televisión abierta, tiene la obligación de transmitir, por ley 96 impactos al día, repartidos a la mitad en este periodo de intercampaña entre el INE y los partidos políticos Morena, PAN, PRI, PRD, Partido del Trabajo, PVEM y Movimiento Ciudadano.
    96 ¨comerciales¨ cómo adjetivamos popularmente a los anuncios de empresas que ofertan productos o servicios en la televisión y la radio, pero en caso del árbitro electoral y partidos políticos son impactos informativos del proceso electoral y de mensajes propagandísticos hasta antes del 1 de marzo, dirigidos en apariencia a los militantes y simpatizantes de un partido político; pero que escuchamos todos, involuntariamente, cuando vemos la televisión o escuchamos radio.
    Es un martirio auditivo escuchar los estribillos pegajosos en los mensajes de los partidos o las cantaletas auto edificantes de precandidatas y precandidatos a la presidencia de la república o a la gubernatura, en el caso veracruzano, una de las 9 entidades donde se renovarán gubernaturas en elecciones concurrentes.
    Ni siquiera Telcel, la empresa de telefonía de Carlos Slim, tiene una pauta tan generosa de 96 ¨comerciales¨ al día.
    La asignación de 48 minutos diarios, según marca el artículo 160 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE), emanó de la reforma electoral de 2007-2008.
    Según prólogo del INE “La administración de los tiempos que corresponden al Estado en radio y televisión para fines electorales”, tiene como fin “garantizar el acceso gratuito y equitativo de los partidos políticos a la radio y la televisión, y evitar que el dinero fuera un factor determinante para difundir sus mensajes publicitarios a través de los medios electrónicos de comunicación”.
    En las precampañas a la presidencia de la república que iniciaron el 20 de noviembre del 2023 y terminaron el 18 de enero del 2024, el INE cedió, como lo marca el artículo 165 de la LEGIPE, se les asignaron 30 minutos (60 spots diarios) a los partidos políticos y precandidatas en cada estación de radio y canal de televisión.
    ¿Abonó esta profusión de mensajes propagandísticos e informativos en la cultura democrática?
    No.
    Televisa y Televisión Azteca intentaron alguna vez promover una insurrección de la teleaudiencia en los partidos de futbol, programando en bloque la transmisión del espoteo del entonces IFE antes, en el descanso del medio tiempo y después de los 90 minutos del partido.
    Ricardo Salinas Pliego aceptó que, una vez que llegó la pauta del IFE, ambas televisoras acordaron la transmisión en bloque de los anuncios para que no perdieran su audiencia.
    «El problema era que si hacíamos un corte a cierta hora y Televisa a otra íbamos a perder nuestra audiencia y viceversa, entonces lo lógico era ponernos de acuerdo y hacerlo a una misma hora para no perder la audiencia», expresó Ricardo Salinas Pliego. (El Economista, lunes 23 de febrero de 2009).
    La reacción ante 96 impactos al día, relacionados a la elección del domingo 02 de junio, es de hartazgo.
    Los mensajes no convencen a nadie.
    La gente, el público, diseccionado en televidentes o radio escuchas sólo quiere ver un partido de futbol, La Rosa de Guadalupe, Ventaneando o escuchar a su locutor preferido que les complazca con una canción mientras hacen la talacha o se toman una caguama.
    Nada más.
    Como decía cada domingo Raúl Velasco, aún hay más: el artículo 165.1 de la LEGIPE remacha:
    En periodos ordinarios los mensajes tendrán una duración de 30 segundos, mientras que en periodo electoral podrán variar entre 30 segundos, 1 o 2 minutos, según lo defina el INE, y todos los promocionales deberán sujetarse a la misma unidad de medida. La transmisión de los mensajes se distribuye en 2 y hasta 3 minutos por cada hora de programación, en un horario de 6 am a 12 pm.
    Y para que el pastel sea equitativo en este opíparo festín mediático, la ley electoral, en su artículo 173.2 dictamina que: en las entidades federativas con procesos concurrentes el INE, por conducto de los Oples, destinará para las campañas locales de los partidos políticos y los candidatos independientes 15 minutos diarios en cada estación de radio y canal de televisión de cobertura en la entidad federativa de que se trate.
    Así que cuando llegue el día, domingo 2 de junio, los más de 98 millones de posibles votantes, que según su ánimo cumplan con la prerrogativa de votar por los más de 20 mil cargos públicos que se renovarán a nivel federal y local; estarán hartos.
    El principio de máxima publicidad, metido con calzador en las audiencias, es un ejercicio desgastado.
    Hay un reparto equitativo, es cierto.
    Sin embargo, la democracia no se abona con la profusión desproporcionada de impactos en radio y televisión.
    Los 48 minutos diarios usados por el INE y los partidos políticos sólo edifican una partidocracia que ahoga a los mexicanos.
    El mundo ideal de la democracia en las ondas de radio y televisión.
    El mundo real donde el ciudadano tiene que salir todos los días de su casa con el Jesús en la boca para retornar con los alimentos que sustenten a su familia, sin detenerse a escuchar uno sólo de estos 96 spots transmitidos obligatoriamente por las estaciones de radio y los canales de televisión.
    Y como los mexicanos nos conformamos con poco, la ilusión popular se establece en un 70 por ciento de la votación total en la elección del domingo 2 de junio.
    Si ese domingo de elección siete de cada diez electores salimos a votar a nuestra casilla, habrá ganado la democracia.
    Quizá nos sirva como experiencia motivante para alcanzar el tan anhelado 5º partido de la selección de futbol en los mundiales.
    Ojalá.
    columnacarpediem@gmail.com