Sergio González Levet
Sin tacto
Hay una especie de conjuro que sufren las gentes en el poder, que cuando está por terminar su ciclo cometen sin querer todos los errores necesarios y caen en picada para perder su fuerza o su simpatía o su fortaleza.
La Cuarta Transformación ha entrado de lleno en ese proceso irreversible y sus integrantes parecen estar en una reñida competencia para ver quién hace más tonterías o realiza acciones que hacen enojar y alejarse a sus más fieles seguidores.
La historia del Patriarca morenista está llena de esos detalles y sus fanáticos caen en la misma conducta, fascinados en copiar hasta la ignominia a su líder, como lo hacen Claudia Sheinbaum y los miembros más conspicuos del círculo rojo.
Cabe el ejemplo de lo que le sucedió al candidato AMLO en 2006, cuando a su decir el sistema -la mafia del poder de ese entonces- le robó la elección para imponer a Felipe Calderón Hinojosa.
Andrés Manuel, en su calidad de un popular Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, comenzó la contienda con una cómoda diferencia de más de 30 puntos sobre su competidor, pero no hizo nada para detener la pérdida de esa ventaja, que se fue achicando de manera vertiginosa a lo largo de los tres meses que duró el proceso de promoción de las candidaturas. No obstante que sus allegados le imploraban que tomara alguna medida para revertir el crecimiento del panista en la consideración ciudadana, él se mantuvo en sus siete, como ha sido la divisa de su vida, y no cambió un ápice su estrategia. Ésa fue la razón por la que el día de las elecciones las encuestas hablaban de una diferencia muy reducida y algunas hasta de un empate técnico.
Los analistas opinan que si AMLO hubiera hecho algo para mantener su cómoda ventaja en 2006, habría tenido una votación copiosa y no habrían podido robarle nada.
Ahora sus continuadores están cometiendo el mismo error. Se me ocurre, por decir algo, que Claudia Sheinbaum en México y Rocío Nahle en Veracruz sufrieron una consistente pérdida de la intención de voto durante sus precampañas, pero están siguiendo el ejemplo de su Mesías tropical, pues se manejan como si continuaran en la cima de las preferencias electorales y no estuvieran enfrentando a dos imponentes rivales: Xóchitl en el país y Pepe Yunes en el estado.
A cada jalón de popularidad de los abanderados del frente ciudadano, responden solamente con la cantaleta de nuevas encuestas compradas y amañadas, en las que suben ilusoriamente hasta porcentajes tan inalcanzables como falsos.
En verdad que es lastimoso escuchar a Claudia decir que su opositora no debía preocuparse por los números de celular sino por los números de las encuestas (mandadas a hacer por el Gobierno morenista), como si éstos fueran el reflejo fiel de la realidad.
Y Rocío Nahle le abona puntos a su supuesta supremacía, al grado de que algunos piensan que va a terminar rebasando el matemático cien por ciento, y va a tener más simpatías que habitantes hay en Veracruz.
Así no se ganan las elecciones, pegúntenle al AMLO de 2006 y de 2012.
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