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    Maribel Ramirez Topete

    La lucha por la igualdad de género y el fin de la violencia política contra las mujeres en razón de género debería ser una causa sagrada, un compromiso inquebrantable con la justicia y la equidad. Sin embargo, lamentablemente, hemos sido testigos de cómo esta noble causa se ha convertido en moneda de cambio en el juego político, utilizada superficialmente como un medio para alcanzar fines electorales.

    En Veracruz y en todo México, hemos presenciado cómo algunos actores políticos han intentado capitalizar el dolor y la lucha de las mujeres como un mero recurso para ganar visibilidad o conseguir votos. Esta instrumentalización del feminismo es profundamente irrespetuosa y deshonesta, y va en contra de los principios éticos más básicos que deberían guiar nuestra vida política.

    El feminismo no puede ser reducido a un eslogan de campaña o a una estrategia de relaciones públicas. Es un movimiento complejo y multifacético que busca transformar las estructuras de poder y eliminar las desigualdades de género en todas sus manifestaciones. Utilizar el feminismo de manera superficial y facciosa no solo es una falta de respeto hacia las mujeres y su lucha, sino que también socava la legitimidad y la autenticidad del movimiento en su conjunto.

    La instrumentalización del feminismo no solo es una traición a la causa, sino que también tiene consecuencias profundamente dañinas para la sociedad en su conjunto. Al trivializar y politizar el feminismo, se desvía la atención de los problemas reales que enfrentan las mujeres en Veracruz y en todo el país. Se convierte en un mero juego de poder, en lugar de una lucha genuina por la justicia y la igualdad.

    Es hora de hacer un llamado a la ética feminista, a la autenticidad y al compromiso genuino con la causa de la igualdad de género. No podemos permitir que el feminismo sea utilizado como un botín electoral, como una herramienta para ganar votos o desacreditar a los adversarios políticos. Las mujeres merecen algo más que promesas vacías y gestos simbólicos: merecen acciones concretas y políticas públicas efectivas que aborden de manera integral la violencia de género y promuevan la igualdad en todos los ámbitos de la vida.

    Es imprescindible integrar la perspectiva de género en los planes de gobierno y en las agendas legislativas. Solo así podremos dejar atrás el discurso vacío y realmente impulsar el desarrollo en Veracruz. Exhorto a los candidatos y candidatas a comprometerse con un plan de gobierno con perspectiva de género, que contemple medidas concretas para promover la igualdad de género, prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, y garantizar su plena participación en la vida política y pública.

    Esto implica la implementación de políticas y programas específicos, la asignación de recursos suficientes, y el establecimiento de mecanismos de monitoreo y evaluación para garantizar resultados tangibles. Además, es esencial que se promueva la educación y la sensibilización en torno a la igualdad de género desde edades tempranas, para erradicar las actitudes machistas y promover relaciones equitativas entre hombres y mujeres.

    La lucha por la igualdad de género y el fin de la violencia política contra las mujeres en razón de género no es solo una responsabilidad de las mujeres, sino de toda la sociedad en su conjunto. Es momento de unir fuerzas, de levantar la voz y de trabajar juntos para construir un mundo más justo y equitativo, donde todas las personas, independientemente de su género, puedan vivir libres de violencia y discriminación. Los planes de gobierno de los candidatos a gobernador deben reflejar este compromiso con la igualdad de género y la justicia social.