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    Eduardo de la Torre Jaramillo

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    Hannah Arendt acuñó el concepto “banalidad del mal”, haciendo referencia a los seres humanos que ya dejaron de ser personas, ella basó su experiencia como corresponsal del The New Yorker en el caso Eichmann, quien para Arendt sólo siguió las órdenes de un sistema sin reflexionar en sus actos criminales; como los que cometió bajo el nazismo, quien perdió su capacidad crítica o su libertad frente al cumplimiento de las reglas de un sistema y que puede llegar a exterminar personas. Es decir, este tipo de personajes no se preocupan por las consecuencias de sus actos, sino única y exclusivamente por el acatamiento de las órdenes.
    La alusión anterior cabe perfectamente en la actuación del Instituto Electoral Veracruzano y el presupuesto asignado a los partidos políticos para el 2015, al aumentar en un 275% sus prerrogativas, con lo cual extermina a lo que de manera utópica se le llamó algún día “oposición”, porque con ese incremento del dinero en año no electoral local, más allá de ser ilegal e ilegitimo, su único objetivo burocrático electoral es cumplir las órdenes de un sistema que se prepara para la elección estatal de 2016.
    Regresando al hilo conductor anterior, en este 2014 los nueve partidos políticos con registro local recibieron 73 millones 886 mil 945; a diferencia del próximo año, los mismos partidos políticos recibirán 274 millones 81 mil 955; y si esto lo extrapolo a nivel nacional, los partidos políticos recibirán de prerrogativas federales y locales 10 mil 655 millones de pesos; demasiado dinero cuyo destino es inútil, ya que no se opta por la democratización ni del sistema político ni de los propios partidos políticos, herencia del Pacto por México. A todo esto, es más fácil comprar a los partidos políticos que tener una relación donde se respete y se haga respetable a la oposición política.
    El resultado de lo anterior, en primera instancia es la conducción burocrática del IEV desde la banalidad del mal, quienes en un sentido Arendtiano “no se preocupan por las consecuencias de sus actos, sólo por el cumplimiento de las órdenes”, basta recordar el pasado inmediato a los actuales titulares, una bibliotecaria y un insulso vocal ejecutivo distrital del otrora IFE. De estos personajes, los conecto de manera invertida con la concepción de la filósofa española María Zambrano, quien afirmó en su libro “Persona y Democracia”, que la salud de un sistema político se observa en el caminar de sus ciudadanos; ahora si nos apropiamos de esta interpretación inversa, hoy puedo afirmar que “la descomposición de un sistema político se observa en el caminar de sus funcionarios”.
    Utilizando un lenguaje maquiavélico, afirmó que “de como el príncipe en tiempos de paz se prepara para la guerra”; sobre todo, cuando la clase política en este estado y en el país, ha dejado de hacer política para dedicarse a hacer negocios desde el poder político, ello se evidencia en la incapacidad para resolver los viejos y nuevos problemas públicos, y en gran medida la desafección ciudadana hacia toda la política nacional y estatal es por el binomio: corrupción-impunidad, en la cual se borró la frontera entre un político y un delincuente de cuello blanco, o lo peor, que este pobre México camine hacia una “narcodictadura”, de esto ya empezamos a tener ejemplos en muchos de los poderes públicos locales.
    Regresando al caso veracruzano, el único poder que podría frenar la degradación de la vida pública local que está diseñando el IEV es el Congreso del Estado, quien tiene toda la facultad de frenar esta medida corruptora desde las instituciones, sobre todo por la manifestación latente de esta institución electoral zombi, quienes eufemísticamente se dicen autónomos. Quienes por cierto no entienden que en mucho la reforma electoral federal se basó en la experiencia electoral veracruzana del año pasado; afortunadamente con la nueva Ley General de Partidos Políticos, hoy cualquier ciudadano podrá conocer en qué y cómo gastan las prerrogativas los partidos políticos, particularmente cuando se conocen a los tesoreros de los partidos políticos, quienes se comportan como aquella clásica frase “La Iglesia en manos de Lutero”, es decir su veta Hankista expandida en todos los partidos políticos con registro.
    Finalmente, la tarea de las y los veracruzanos es desmontar un resultado electoral anunciado con este presupuesto 2015 para el 2016, donde desde ahora se está fraguando la no celebración de la coalición PAN-PRD, porque tendrán partidos y dirigentes mansos, quienes seguramente estarán muy contentos con las prerrogativas, porque saben de antemano que “perdiendo, ganan”, por supuesto se pierde electoralmente pero se gana económicamente, y donde seguramente irán con candidatos propios afines al sistema político estatal. Esta es la gravedad política de aprobar un presupuesto como el de 2015, que sirva para desarticular cualquier intento de alternancia política en el 2016.

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