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    Inocencio Yáñez Vicencio

    El tirano benévolo no es una figura nueva. Rober Filmer, rastrea en su obra El Patriarca, el origen del mando hasta los orígenes bíblicos del hombre. Quiere ver en la relación padre e hijo, el origen del poder. Tesis que refuta John Locke, en su primer ensayo sobre el gobierno civil.
    La historia enseña que no siempre los tiranos fueron carniceros y sanguinarios. Pisístrato y sus hijos, por lo menos uno de ellos, no fueron conocidos por ejercer el mando de manera brutal. El gran reformador, Solón, que abrió las condiciones para que en el siglo VI antes de Cristo, Clístines fundara la democracia griega, era familia de los tiranos.


    Durante el feudalismo imperó el vasallaje, que es un régimen basado en una jerarquización de la sociedad donde un individuo busca protección en otro más podeoso a cambio de fidelidad y trabajar para el señor o entregararle un tributo.
    Hay historias de esclavos negros que al abolirse la esclavitud en Estados Unidos, no querían abandonar a su buen amo, por miedo a responsabilizasre de su vida.
    La conquista española, encontró en nuestras tierras, una figura que ellos conocían muy bien: el cacicazgo. El cacicazgo fue una institución que les permitió abarcar su dominio a zonas y regiones, donde el Estado, no podía llegar. El cacique era un mediador que se encargaba de recabar el tributo y mantener el orden en su jurisdicción, a cambio de ser dueño de vidas y bienes. La fiigura del cacique fue evolucionando y adaptándose a las nuevas relaciones nacionales. Todavía no es raro localizar en algunas zonas apartadas al cacique, pero si bien es cierto que hace que penda sobre la cabeza de sus sometidos la espada, la desobediencia la logra haciendo ahijados de cuanto niño nace en su jurisdicción. Es cierto que no corta cabezas personal y directamente, pero tiene sicarios o quedabien, que lo hacen por él. Los recurso para lograr la obediencia no necesariamente son de fuerza. Es el que presta. El que en un apuro los apoya. El que les surte su medicina. El que ayuda a la Iglesia. El que ayuda al maestro a cambio de que no lo critique. Todo esto para acaparar la cosecha y pagarla a su voluntad. A los ojos de los lugareños el cacique siempre fue visto como un benefactor. La figua del cacique ha evolucionado y cambia de un sitio a otro. En la ciudad, no se puede entrar al ambulantaje si no se es familiar o amigo del » lider «.
    Los vagoneros es un gremio igualmente cerrado. Hay bazares de libros o antigüedades que sólo entran a él, con la autorización del organizador. Todos estos son mediadores de las autoridades en turno que sirven tanto para controlar como para brigadear, hacer proselitismo y hasta ir a marchas y llevar votantes. Los que giran alrededor de estos mediadores también les profesan fidelidad y culto.
    La construcción del Estado moderno tuvo como eje terminar con esta clase de mediaciones por la sencilla razón de que operan en contra de la unidad del poder, dejando al humor de los mediadores la formación de una voluntad, que mientras sea inmediatista, no se hará impersonal ni se instituciónalizará.
    La persistencia de esta cultura de vasallaje, por rendirle culto al señor, » al hombre», no permite que rasguemos el velo de una relacion autocrática maquillada de democrática.
    La única forma de no terminar lamiendo las cadenas que nos someten, es comenzar por descubrir que no se trata de que si las cadenas son de hilo o de acero, como dice la canción: aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión. No se trata de que si quién me limita mis libertades sea mi amigo o no, se trata de que me oprimen y punto. La libertad como no dominacion, dice Ph. Pettit, en su magistral obra: Republicanismo: no se es libre porque el amo no deja caer sobre nosotros la espada, si lo puede hacer cuando se le antoja. Vamos el esclavo, no deja de serlo porque lo traten bien. Lo es porque no es dueño de su persona, porque otros deciden por él.
    Mientras no seamos capaces de distinguir lo privado de lo público, no vamos a darnos cuenta que respecto a los asuntos públicos poco o nada tiene que ver lo personal. Condición del Estado liberal es la diferencia de esferas. Mi mejor amigo lo combatiré si atenta contra mi autonomía, mi derecho a decidir qué gobernantes quiero y qué leyes me convienen, porque me niega el derecho a ser persona y a elegir un régimen que vele por mis derechos individuales.
    Urge terminar con esa manía de condenar a nuestros adversarios lo mismo que le festejamos a nuestros amigos.
    Es una aberración explotar de júbilo que un amigo personal se incorpore a un gabinete de una banda que está destruyendo todos los contrapesos y las condiciones y reglas de la democracia, porque sin más, de golpe te convierte en cómplice de esta autocracia.
    Ricardo Ahued, podrá ser muy atento , muy amable, pero llega a un gobierno salido de elecciones no libres, salido de elecciones sin árbitro imparcial, que tienen al frente del INE, a Guadalupe Taddei, de filiación morenista, que sembraron el terror para que la oposición no encontrara quien la representara en las casillas en buena parte del pais, que ha destruido el poder judicial, que hoy quiere darle el tiro de gracia a la justicia constitucional, con una reforma judicial draconiana, que en Veracruz impusieron como gobernadora a una persona precedida de escándalos de corrupción, que donde quiera que se paró la repudiaron; suficiente para saber que se alquila como simple ejucutor de una tiranía, que no por benévolo, deja de ser tiranía.
    Quienes hoy le rinden pleitesía a Ricardo Ahued, buscarán explicar su felonía y su desesperación por entrar pronto a una nómina, pero no brinquen tanto que el suelo esta vez está parejo, no podrán convecer a nadie de que es republicano destruir los contrapesos y de que hay democracia donde el árbitro tiene creencias del partido en el gobierno y se persigue brutalmente a adversarios y críticos. Menos nos podrán convencer que un tirano deja de serlo por ser benévolo.
    Quienes hoy lamen las botas de la banda morenista, podían figurar en su nómina, pero al precio de figurar también como lacayos de los destructores y saqueadores de la nación.