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    Miguel Ángel Pedraza Zárate

    La causa fundamental del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y calorías gastadas, existe una tendencia a tener una mayor ingestión de alimentos con alto contenido en grasa saturadas, sal y azúcares, pero bajo contenido en vitaminas, minerales; el otro aspecto de relevancia es la disminución de la actividad física, esto puede ser producto del estilo de vida sedentario debido a un mayor empleo de horas de las actividades laborales.

    Hoy día y a pesar de que la ciencia continúa trabajando líneas de investigación para el tratamiento de la obesidad, no existe un tratamiento mágico, milagroso, pastillas, cremas, único, etc. para combatir dicha enfermedad, en caso de obesidad mórbida (grado de obesidad III o mayor) se puede requerir tratamiento médico quirúrgico, pero no por sí solo es solución. 

    El tratamiento dietético hipocalórico es la piedra angular del planteamiento terapéutico de la obesidad, existe un consenso general acerca de que una reducción energética comprendida entre 500 y 1.000 kcal diarias, (habitualmente y de inicio serian 500 kcal) respecto a la dieta habitual, [ejemplo: si una persona consume en promedio 3000 kcal al día, (y si su necesidad calórica es de 1800 kcal), se podría otorgar un tratamiento nutricional de 2500 kcal] y posteriormente en seguimiento, tratamiento nutricional ir monitoreando el ajuste pertinente del consumo de kcal, ya que en este ejemplo el paciente esta consumiendo 1200 kcal diarias más de lo que requiere y como resultado el sobrepeso o la obesidad como consecuencia de consumir más calorías de las que se requieren.

    Este tipo de tratamiento nutricional puede conseguir pérdidas promedio de 0,5 a 1 kg a la semana durante los primeros 6 meses de tratamiento, lo que representa una reducción entre el 5-10% del peso corporal, una proporción suficiente para atenuar el impacto de las comorbilidades asociadas con la obesidad, lo que en promedio serian 4 kilos por mes y lo que fisiológicamente puede ser aceptado sin causar algún trastorno o consecuencia metabólica posteriormente, esto siempre y cuando el reporte de parámetros bioquímicos (glucosa, perfil de lípidos, funcionamiento hepático, renal, etc.) se encuentre en valores de normalidad.

    El tratamiento dietético consiste en proporcionar herramientas, instrumentos, educar al paciente acerca de cómo debe modificar sus hábitos alimentarios con la finalidad de disminuir su ingestión energética hasta un nivel determinado para mantener el peso adecuado, recomendado; sin embargo, conviene señalar que el tratamiento de la obesidad debe enfocarse, no sólo con la intención de perder peso en un tiempo más o menos corto sino, sobre todo, de establecer las estrategias para mantener el peso perdido a largo plazo, porque es la única manera de mejorar el perfil de riesgo asociado a la obesidad. Es evidente que el éxito a largo plazo dependerá no sólo de la dieta sino de otros componentes adicionales que incluyen, una modificación del estilo de vida en muchos de sus aspectos, la disminución de la ingesta de energía es un prerrequisito para la pérdida de peso en pacientes obesos y podemos encontrarnos con múltiples y variadas estrategias para conseguir este objetivo. Cualquier que sea el programa nutricional a utilizar, lo transcendental es adaptarlo a las necesidades de cada paciente, de tal manera que sea nutricionalmente adecuado e individualizado, garantizar una buena salud y sea seguro a largo plazo, La terapia nutricional más adecuada para la pérdida de peso es aquella que sea segura y eficaz; considerando los comportamientos alimentarios y patrones de comidas, antecedentes culturales, tradiciones y disponibilidad de alimentos, limitaciones de tiempo y situación financiera, conocimientos nutricionales y habilidades culinarias y condiciones médicas potencialmente afectadas por el plan de nutrición. Cualquiera que sea el tratamiento nutricional/dietético de la obesidad, no cabe duda de que el refuerzo a través de un programa estructurado de cambios en el estilo de vida y de actividad física constituye una herramienta esencial para asegurar un éxito a largo plazo, sin olvidar que no es un tratamiento de “X” o “Y” tiempo, sino un patrón alimentario, modelo, conducta, estilo, filosofía de vida a seguir. Los profesionales de la salud debemos iniciar una atención al paciente sobre sus valores y objetivos para el tratamiento, facilitar la reflexión y fomentar la responsabilidad para promover mejoras a largo plazo.