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    Maribel Ramírez Topete
    En una sociedad que depende profundamente del cuidado brindado a los más vulnerables, resulta paradójico que las cuidadoras, en su mayoría mujeres, continúen enfrentando diversas formas de violencia y abuso sin la protección de un marco legal efectivo. Estas cuidadoras, tanto formales como informales, desempeñan un papel fundamental en el bienestar social y económico de nuestras comunidades, al atender a niños, ancianos, personas con discapacidad o enfermedades crónicas. Sin embargo, su labor, lejos de ser reconocida y protegida, a menudo se desarrolla en condiciones precarias, exponiéndolas a múltiples formas de violencia.

    La violencia que sufren las cuidadoras es multifacética y, en muchos casos, invisible. Abarca desde la violencia económica, reflejada en salarios bajos o inexistentes, hasta la violencia psicológica, derivada de la falta de reconocimiento y apoyo. En contextos donde la vulnerabilidad de la persona cuidada se convierte en una herramienta de explotación, las cuidadoras también pueden enfrentar violencia física y sexual. Estas formas de violencia se normalizan bajo la errónea premisa de que cuidar es una «responsabilidad natural» de las mujeres, relegando este trabajo a la esfera doméstica y perpetuando la desigualdad de género. Como resultado, las cuidadoras se ven expuestas a situaciones de riesgo sin recursos para defenderse.

    Un ejemplo claro de cómo las responsabilidades de cuidado afectan desproporcionadamente a las mujeres se encuentra en los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2019. Esta encuesta reveló que el 57% de las mujeres en México dejaron de buscar empleo debido a la falta de soluciones para el cuidado, en comparación con solo el 6% de los hombres. Además, la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo del mismo año mostró que las mujeres dedican en promedio 32.7 horas a la semana a labores de cuidado, mientras que los hombres solo destinan 14.8 horas. Estas cifras evidencian la profunda desigualdad en la distribución del trabajo de cuidado y la urgente necesidad de un marco legal que lo reconozca y proteja.

    El marco legal actual en muchos países, incluido México, no ofrece la protección necesaria para las cuidadoras. Las leyes laborales a menudo excluyen a las trabajadoras del hogar, y las políticas de bienestar social no consideran adecuadamente a las cuidadoras informales, quienes representan una gran parte de la fuerza laboral no remunerada. La falta de regulación en este ámbito genera un vacío de derechos, donde las cuidadoras quedan a merced de las circunstancias, sin acceso a servicios básicos como la seguridad social, el derecho a un salario justo o la protección contra el acoso y la violencia.

    Es imperativo que el Estado asuma la responsabilidad de proteger a las cuidadoras mediante un marco legal sólido, integral y con perspectiva de género. Este marco debe reconocer el valor del trabajo de cuidado, garantizar condiciones laborales dignas para las cuidadoras formales y proporcionar apoyo y protección a las cuidadoras informales. Un marco legal adecuado incluiría el reconocimiento del trabajo de cuidado como una actividad fundamental y valiosa, establecería políticas que garanticen salarios justos y acceso a la seguridad social, y desarrollaría mecanismos de protección específicos para prevenir y atender la violencia contra las cuidadoras.

    Además, es crucial fomentar una mayor conciencia pública sobre la importancia del trabajo de cuidado y la necesidad de erradicar las violencias que lo rodean. Esto incluye la educación sobre igualdad de género y la lucha contra los estereotipos que perpetúan la idea de que el cuidado es una responsabilidad femenina.

    Un marco legal sólido no solo protegería a las cuidadoras, sino que también contribuiría a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Al reconocer y valorar el trabajo de cuidado, y al brindar protección y apoyo a quienes lo realizan, avanzaríamos hacia un futuro donde el cuidado no sea sinónimo de explotación y vulnerabilidad, sino de respeto y dignidad. Es hora de que las leyes reflejen esta realidad y se conviertan en herramientas efectivas para erradicar las violencias que sufren las cuidadoras.

    Este viernes, la Senadora Olga Sánchez Cordero visitará el Congreso del Estado de Veracruz ella ha destacado la necesidad de establecer un Sistema Nacional de Cuidados que permita revertir los desequilibrios sociales, laborales y económicos que genera el trabajo de cuidado, generalmente no remunerado, que realizan las mujeres, con lo que se busca corregir el mal llamado “mandato cultural,” producto de los estereotipos y roles de género que han sobrecargado a las mujeres con estas labores. Sánchez Cordero ha subrayado que la situación es tan grave que niñas y adolescentes están dejando la escuela para dedicarse al cuidado, lo que pone en riesgo su futuro al negarles oportunidades de desarrollo.

    En este sentido, resulta vital que se promueva la aprobación del Sistema Nacional de Cuidados, así como del Registro de Obligaciones Alimentarias para Veracruz como herramientas esenciales para fortalecer el sistema de cuidados en México y garantizar que las mujeres, incluidas las niñas y adolescentes, puedan acceder a una vida libre de violencias y con mayores oportunidades para su desarrollo. Mandamos un saludo a la Senadora Sánchez Cordero, confiando en que seguirá moviendo conciencias en Veracruz para que el marco normativo estatal esté armonizado a los esfuerzos que se han sumado en el Senado.