Miguel Angel Cristiani González
Bitácora Veracruz
Será porque los mexicanos día con día vamos perdiendo la capacidad de asombro, entre noticias que cada vez son más impactantes, pero que sin embargo, al parecer no pasa nada, la nota de que la Directora General del Instituto Nacional de Bellas Artes, María Cristina García Cepeda que algunos dicen y llaman como Doctora, ni siquiera tiene el grado de licenciado, pero nadie se indigna por el hecho de que ocupe ese importante cargo y mucho menos porque por ello cobre un sueldo de 172 mil pesos mensuales.
No es la primera vez que se detecta a algún funcionario o funcionaria de gobierno, que aseguran tener un nivel de licenciatura o hasta de doctorado, pero que en realidad no tienen ningún documento que ampare su preparación.
Posiblemente el caso más notable, de lo que bien puede ser conocido como el síndrome Alzati, es el del ex secretario de Educación Pública Fausto Alzati Araiza, quien fue destituido luego de que se ostentara como doctor sin serlo, pero más recientemente, volvió a ser destituido de la Dirección General de Televisión Educativa de la misma SEP luego de que protagonizó un escándalo por haber “censurado” a un escritor en una presentación de textos.
Cabe entonces preguntar: ¿cuántos y quiénes son los funcionarios que pomposamente anteponen a su nombre un título académico de licenciado, maestro o doctor, sin haber cumplido con los requisitos para obtenerlo?
Se supone que en todas las dependencias, federales, estatales o municipales, existe un área de Contraloría, que es bien sabido, que no sirven ni para detectar el vuelo de una mosca, pero cuando menos, podrían revisar y constatar, que los funcionarios que de acuerdo a la ley deben de tener cuando menos un título de licenciatura, efectivamente lo tengan y no nada más lo hayan agregado a su nombre, como si fuera una herencia familiar o nobiliaria.
En las distintas leyes y reglamentos de la administración pública, se establece que para ser tal o cual funcionario, se requiere cuando menos el título a nivel de licenciatura, aunque también en algunos casos se especifica que debe de contar con maestría y hasta doctorado, dependiendo de la actividad de que se trate.
Independientemente de que cada vez más, aparecen como por arte de magia, universidades, institutos, centros y academias, particulares, que como negociantes de la educación, ofrecen “todas las facilidades” para que quienes no tengan el papelito lo puedan obtener.
Es ampliamente conocido, el caso de funcionarios públicos, que por la relevancia del cargo que ostentan, no podrían cursar el mismo tiempo que trabajan una licenciatura, muchos menos una maestría o doctorado, sin embargo, son muchos los casos, en que algún empleado o secretaria, son los encargados de elaborar los trabajos y tareas, que permiten al funcionario, poder ir a recoger su título.
Lo más grave es quizás, que a pesar de que se hacen públicas las denuncias como en el caso de la Directora General del Instituto Nacional de las Bellas Artes (INBA), María Cristina García Cepeda, no cuenta con la Cédula Profesional de Licenciatura, por lo que el postgrado de Doctora que antecede su nombre en una de las páginas oficiales de la Secretaría de Educación Pública (SEP) no tiene sustento, pareciera que nadie se da por enterado y aquí no pasa nada.
Habiendo tantos profesionistas, que con gran esfuerzo y talento, han podido cursar una licenciatura, maestría y doctorado, pero como no son cuates del titular, pues no pueden disfrutar de esos cargos.
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