Yadira Hidalgo González
Mujeres que saben latín
La violencia que se ejerce contra las mujeres puede tomar varias formas y darse desde distintos lugares. Por eso la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia contempla los tipos y modalidades en la que ésta se presenta. Entre los tipos encontramos la violencia física, la sicológica, la patrimonial, la económica, la sexual y la obstétrica. Y dentro de las modalidades (ámbitos o lugares en los que se presenta) se encuentra la violencia de género, la violencia familiar o en el ámbito familiar equiparada, la violencia en el ámbito escolar y laboral, la institucional, la feminicida y la violencia en la comunidad.
Todos los tipos y modalidades están explicados en la ley para que puedan ser reconocidos. Hay unas violencias que son más fáciles de reconocer, como la violencia física, la sexual o la económica, que también son las más denunciadas. Sin embargo otras, están tan incrustadas en las costumbres y prácticas cotidianas que no se perciben o se consideran normales e incluso, el señalamiento de las mismas se llega a tomar como una exageración. Es el caso de la violencia en la comunidad.
Según la Ley de Acceso para el Estado de Veracruz, la Violencia en la Comunidad se constituye por los actos individuales o colectivos que transgreden derechos fundamentales de las mujeres y propician su degradación, discriminación, marginación o exclusión en el ámbito público. Entre las prácticas que recaen en este tipo de violencia está el acoso callejero que las mujeres padecen desde temprana edad al hacer uso del espacio colectivo desde donde reciben todo tipo de comentarios sobre su persona, su vestimenta, su belleza o su corporalidad, por parte de varones que gozan de una permisividad social para hacerlo, muchas veces amparada con argumentos sobre las costumbres y la cultura.
Otra manera de violentar a las mujeres en la comunidad es la exhibición de sus cuerpos como si fueran sólo pedazos de carne a la venta, presentándolas como objetos sexuales para el placer masculino. Aquí la publicidad y los medios de comunicación nos brindarían una gran cantidad de ejemplos en los que esto sucede.
Y otra más tiene que ver con el linchamiento mediático que ha encontrado en las redes sociales y las plataformas virtuales, un vehículo para descargar todo tipo de insultos, prejuicios y valoraciones que propician la degradación, discriminación, marginación y exclusión de las personas, pero que se ensaña con las mujeres.
Aquí valdría preguntarnos ¿Qué o quién nos da permiso de expresarnos así de una persona? ¿Bajo qué premisa una mujer “debe ser lapidada” mediáticamente?
Cuando las feministas hablamos de Sororidad significa, entre muchas otras cosas, transgredir el mandato patriarcal que difunde y pugna por la enemistad “natural” entre mujeres. Un mito tan repetido, que muchas veces se cree que es una verdad irrefutable. Cuando se descalifica a una mujer públicamente, la primera reacción de las personas en general es subrayar que son las mismas mujeres las que lo hacen. Nunca falta esa observación. Pero en un mundo en el que se promueve y se cree que la enemistad entre mujeres es natural, esta reacción es hasta lógica. El machismo no es sólo una actitud deleznable en los hombres, también en las mujeres. Y una mujer, por el sólo hecho de serlo, no nace con una conciencia de género. Ésta se crea después de un largo proceso de reflexión y no sólo en mujeres, también en hombres.
Otra observación que sale a relucir cuando se trata de agresiones contra mujeres, es ¿y dónde están los grupos organizados de feministas para salir al paso en la defensa de la agredida? Si bien las instituciones y organismos que se encargan de difundir, promover y vigilar los derechos humanos de las mujeres tienen una responsabilidad clave en hacer observaciones y no quedar omisos en situaciones como éstas, también es cierto que las agresiones contra las mujeres no deberían ser contempladas como un asunto que les compete mencionar y resolver sólo a ellas. De seguir insistiendo en esa visión, parecería que, a pesar de ser el 52% de la población mundial, seguimos siendo consideradas un gueto, y no parte del colectivo humano.
Las violencias contra las mujeres son un asunto público que involucra a todas las personas. Supe que una periodista se disculpó públicamente con la afectada por el último linchamiento mediático promovido en las redes sociales y en los medios en esta capital. Al menos, en esta ocasión, el caso ha servido para que se reflexione sobre la forma en la que se abordan estas situaciones y para demostrar que no siempre, lo que dice la mayoría, es necesariamente la forma correcta de actuar.
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