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    Inocencio Yáñez Vicencio

    No dudo que partidos como PVEM, PT, Movimiento Ciudadano, PAN… estén más degradados que el Partido Revolucionario institucional, pero, lo menos que podemos hacer es darle nuestro voto a un partido que ha sido secuestrado por la mafia gobernante y que su dirigencia, para salvar su pellejo,   permite que desde fuera le impongan su agenda y su jefatura y lo que es peor, sus militantes callen ante esta burla a su voluntad.

    Al eliminarme del padrón de afiliados me evitan la necedidad de una renuncia pública, que no me colocaría fuera, porque, aunque formalmente durante varias décadas porte la credencial del tricolor, en infinidad de ocasiones mi postura me distanció de él. La vez que siendo director juvenil subí a una tribuna, donde estaban sus sectores y las autoridades civiles y militares, para condenar la represión contra la Universidad Nicolaíta, mi amigo Demetrio Ruíz Malerva me sentenció: lo único que te advierto es que así no cabes en el PRI. No se equivocó. No fui ni siquiera suplente de regidor. Fui cabeza en mis escuelas, delegado a congresos estudiantiles en Europa, pero nunca accedí a un cargo de representación popular. Nadie puede decir que dejo al PRI, porque no me dio una postulación. Lo dejo porque no quiere fingir diciendo que trabajo para el PRI cuando en realidad trabaje para los morenistas, que hoy están destruyendo la República y la democracia en México. 

    El PRI, como todos los partidos que se dicen opositores, están actuando a reacción, no tienen agenda propia, se las ponen los vándalos que están hoy en el gobierno. Para avanzar en la lucha pacífica y legal, lo primero que hay que hacer es construir una agenda común entre todas las fuerzas que pueden ser alternativa al proyectp autocrático de los seguidores de Amlo y Claudia  y esa agenda debe pasar por trabajar para convencer para vencer. Lo que quiere decir, como bien lo expresa Antonio Gramsci: hay que oponerle nuestra hegemonía a la hegemonía dominante. Lo que no está ocurriendo. Tan claro que no es así, que en la cultura y la academia liberal y constitucional,  Supremacía Constitucional significa que los poderes constituidos no pueden modificar la voluntad del poder constituyente y aquí precisamente se resliza una reforma por los poderes constituidos para que el poder judicial no vigile que eso suceda, es decir, para que se acabe y anule la posibilidad de que se ejerza la revisión constitucional para que lo que hagan los poderes constituidos no contradigan lo que sólo puede realizar una asamblea constituyente.  No sólo partidos secundan la distorsión sino también la prensa y medios de difusión.  Eso es grave, porque nos condena a lamer cadenas.

    Hoy, los medios impresos y electrónicos reproducen las sandeces de Claudia Sheinbaum, en el sentido de que la Reforma del Poder Judicial, es republicana, cuando todo lo que pretende y hace es destruir la autonomía y la independencia de la impartición de justicia para hacerla depender del estado de humor del Ejecutivo. 

    Lo he dicho y lo repito una vez más.  Todo lo que hace Morena es para perpetuarse en el poder y destruir la libertad de los poderes y órganos autónomos para que nadie les pida cuentas de las sinvergüenzadas que vienen realizando desde el 2018.

    Para trabajar por una agenda republicana y democrática no necesito partido, aunque reafirmo mi convicción de su necesidad en la democracia, pero en mi caso, creo que se puede ayudar a consensuar esa agenda, tarea que pasa por combatir a partidos, como el PRI, que en estos momentos, son comparsas de Morena.