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    Felipe de Jesús Fernández Basilio

    Desde A Janela

    Bastó que le arrojaran una sola piedrota para que se cayera el tinglado del muy mal llamado “segundo piso de la transformación”, sí, ese que según iba a ser muy técnico ya que, según decían, iba a ser conducido por una científica con grado doctoral y con estudios en el extranjero.

    Y miren que el sainete protagonizado por la presidente y por los levanta dedos (senadores gobiernistas) no tiene precio y si no fuera porque la protección de los derechos humanos en México se ha visto seriamente afectada, sería digno de miles de carcajadas por mucho tiempo.

    Veamos de qué se trató el asunto:

    Todo comenzó cuando se acercó la fecha para designar a la persona que va a presidir a la Comisión Nacional de Derechos Humanos por los próximos cinco años y como esa facultad corresponde al Senado de la República, el oficialismo y su mayoría calificada procedieron con presteza a emitir la correspondiente convocatoria.

    En dicha convocatoria, los levanta dedos, digo los senadores de la coalición gobernante, establecieron que las personas interesadas en ocupar el cargo debían de pasar una serie de filtros antes de quedar en la terna de la que se iba a seleccionar a quien ocupará la titularidad de la CNDH.

    Obviamente se siguieron los criterios establecidos por la doctora presidente en su toma de posesión y que, entre otras cosas incluyen la no reelección y la mayoría de los legisladores se fueron por la selección de la persona que es titular de la comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México y que coincidió también en el tiempo que Sheinbaum gobernó dicha entidad.

    Y en esa misma evaluación, la cual incluía probidad, conocimiento en derechos humanos e independencia frente al gobierno en turno, la señora Piedra fue la peor evaluada (recibió el apoyo de una sola senadora).

    Sin embargo, en la fase final del proceso algo se torció en las bancadas oficialistas y la peor evaluada mágicamente pasó del último al segundo lugar y la persona que ocupaba ese segundo lugar en la evaluación, fue eliminada sin la más mínima contemplación.

    Y lo más grotesco del asunto es que Javier Corral, el presidente de la comisión senatorial que organizó y llevó a cabo la evaluación de los aspirantes a la CNDH dijo que se incluía a Piedra por cuestiones políticas, pero que él no iba a apoyarla.

    Más tardó en decir eso a que su coordinador parlamentario Adán Augusto López ordenara que por “cuestiones de Estado” la señora Piedra tenía que ser reelecta en el cargo y después de hacer tiempo una tarde completa, los desacuerdos en la bancada oficialista por la reelección no cesaban y la mayoría calificada no era lograda, el senador López ejerció todo tipo de presiones, como el buscar una votación a mano alzada o que en las boletas apareciera el nombre de la persona votada y del senador votante e incluso se atrevió a proponer entregar a cada senador de su bancada el entregarles las boletas previamente marcadas y foliadas.

    Hasta que finalmente en la madrugada, y después de cantarle las mañanitas al dios viviente de la transformación que no fue, logró doblar a todos los senadores oficialistas que apoyaban a la candidata de Sheinbaum; supongo que a Corral le recordaron que en el estado que gobernó la justicia aún lo busca.

    Y así fue que se consumó la reelección de Piedra al frente de la CNDH pasando por encima de las reglas que los mismos senadores de MRN y aliados habían establecido; así es, los senadores del oficialismo violaron las reglas que ellos mismos se impusieron.

    Esta mala comedia nos deja las siguientes lecciones:

    1) La transformación que no fue ni tampoco será no sigue sus propias reglas, ya que vasta una llamada desde las profundidades de la selva tropical para que ellos mismos les hagan caso omiso.

    2)En consecuencia de lo anterior, la reforma judicial va por el mismo camino y ya desde ahora empezaron a burlar las leyes que emitieron al no querer dar el dinero necesario para organizar la mentada elección con la que tanto estuvieron friega y friega.

    3) Uniendo los dos puntos anteriores, a la transformación que no fue ni tampoco será le importan un bledo tanto los derechos humanos como la impartición de justicia y no será de extrañar que el próximo año Lenia Batres sea la presidente de lo que quede del más alto tribunal del país, l fin y al cabo que entre ella y Piedra es prácticamente imposible encontrar una sola diferencia.

    4) Podemos decir que oficialmente en palacio hay un florero, ya que cuando se manifiesta el supremo tótem de la transformación que no fue ni tampoco será, la doctora presidente calla y se somete o la someten; realmente da ternura cuando dice que López Obrador está retirado escribiendo y que el senado es autónomo, cuando ya hasta hemos perdido la cuenta de los nombramientos y acciones de gobierno que le han tumbado. En resumen, Sheinbaum no solo no manda, ni siquiera se manda.

    felfebas@gmail.com

    Twitter: @FelipeFBasilio