Bernardo Gutiérrez Parra
Desde el Café
En tiempos de Patricio Chirinos como gobernador de Veracruz, circuló el rumor de que su poderoso Secretario de Gobierno, Miguel Ángel Yunes Linares, tenía una red de cámaras que espiaban a todos los miembros de la clase política estatal. Y aunque esto no era rigurosamente cierto, tampoco era rigurosamente falso.
Lo que sí es verdad, es que tenía una red de espías, orejas y soplones que lo mantenían informado de lo que sucedía a lo largo y ancho del territorio estatal. En expedientes perfectamente documentados, archivó vida y milagros de políticos, empresarios, líderes de toda laya, maestros, estudiantes universitarios, funcionarias infieles con sus maridos, sujetos que tenían que ver con el narco, políticos alcohólicos, farmacodependientes o gays a los que amenazó, extorsionó, traicionó y les echó a perder la existencia.
Se dice que tenía un expediente sobre Fidel Herrera más voluminoso que el que tenía el CISEN del nativo Nopaltepec. Debido a lo anterior Fidel (que siempre deseó encarcelarlo), se tuvo que conformar con ladrarle pero nunca lo mordió. Lo mismo sucedió con Javier Duarte que no se atrevió a ir más allá de las amenazas. Y no se diga Cuitláhuac García del que se asegura, tiene una abultada carpeta sobre su vida privada.
Ninguno pudo con él y a los tres los mantuvo a raya.
A la par de su poder político, Yunes Linares cultivó una fortuna personal que no podrá comprobar (ni en varias generaciones) con sus ingresos como funcionario público. Pero de alguna manera se las arregló para construir una imagen de esposo ejemplar, buen padre y persona de honorabilidad intachable; honesto e incorruptible.
Expulsado del PRI por traidor, secuestró al PAN tras correr a su presidente Alejandro Vázquez Cuevas y con ese partido hizo su coto de poder en Veracruz puerto y Boca del Río y en el inter siguió traicionando.
Se sabía poderoso y temido y lo disfrutaba.
En 2016 compitió por la gubernatura y ganó. Pero cometió un error imperdonable: meterse con el candidato de Morena a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador al que llamó “loco, vividor y corrupto”. Y López Obrador lo dejó hacer.
En las elecciones de junio anterior Miguel Ángel apoyó al candidato del PRI a la gubernatura José Francisco Yunes Zorrilla, a cambio de una senaduría plurinominal para su hijo del mismo nombre y la senaduría suplente para él. Y López Obrador lo dejó pasar.
Pepe perdió, pero Miguel Ángel y su hijo obtuvieron la senaduría y la posibilidad de que el vástago se postulara como candidato opositor a la gubernatura en 2030.
Después de las elecciones y ya con Claudia Sheinbaum como presidenta electa, se llevó al Congreso la reforma al Poder Judicial y ahí comenzó la debacle del clan.
Ambos, padre e hijo, fueron de los opositores más gritones hasta que el senador Adán Augusto López mandó llamar al papá.
Cuenta la leyenda que Yunes Linares llegó con una memoria donde llevaba las historias de decenas de Morenos de renombre señalados de corruptos, ladrones, estafadores, malversadores de fondos públicos y de tener nexos con el narco, pero Adán Augusto no lo dejó ni hablar. “O tu hijo vota a favor de la Reforma o tu irás a la cárcel por bribón, estafador, corrupto y ladrón”, le habría dicho el tabasqueño.
En cuestión de segundos, las valiosas carpetas del choleño, esas que le decían que quien tenía la información tenía el poder, quedaron reducidas a polvo. Entre otras cosas porque su contenido ya no es de su exclusividad sino pertenece al dominio popular.
Lo demás ya te lo sabes, lector.
El voto a favor de la Reforma judicial los convirtió en traidores y con ese estigma vivirán por siempre. La influencia que llegaron a tener en Veracruz y Boca del Río está haciendo agua y la perderán el próximo año cuando ambos municipios pasen a poder de Morena.
Esta semana el PAN los expulsó de sus filas y Adán Augusto se apresuró a decir que el senador Miguel Ángel Yunes Márquez pasa a formar parte de la bancada de Morena donde estará de lástima, convertido en un cero a la izquierda porque ya no le sirve a los morenos.
Donde se paran, los Yunes despiden el hedor de los traidores. Es decir, apestan. No los quieren en restaurantes donde los han corrido al grito de traidores; varias carreteras de Veracruz están tapizadas con espectaculares donde les escupen dos palabras: Traidores y ladrones. Rocío Nahle ya dijo que no los quiere ver ni en pintura por la entidad y nadie se quiere tomar una selfie con ellos.
Tras su expulsión del PAN, Yunes Linares se fue contra Marko Cortés al que pretendió minimizar: “¡Nos veremos en los tribunales, pequeño; te daré una lección más de dignidad y de talento!”, amenazó el choleño al que se le olvida que lo primero que pierde un traidor es la dignidad.
Vamos a suponer que un tribunal ordene su reingreso al blanquiazul. Eso qué… estarán en calidad de floreros ignorados.
Si en política regresan los corruptos, los bandidos y los ladrones, jamás se ha sabido que regrese un traidor.
Y los Yunes Linares-Márquez no serán la excepción porque política, jurídica, ética, moral e históricamente están muertos y enterrados. Ya no existen, ya no cuentan.
Ni hablar, las cosas como son.
bernardogup@hotmail.com