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    Sergio González Levet

    Sin tacto

    Los gramáticos en México se escandalizan por la enorme cantidad de usuarios del idioma español que al escribir confunden la locución “a ver” con el infinitivo del verbo “haber”.

         Así, en muchísimas ocasiones vemos escritas frases como “Haber si nos vemos mañana” o “Haber si llegas temprano”, cuando se tiene que escribir “A ver si nos reunimos mañana” y “A ver si llegas temprano”.

         Poner “haber” cuando debe ser “a ver” es un dislate monstruoso, y lo peor es que lo cometen día a día no solamente personas con poco nivel educativo sino gentes con licenciaturas y maestrías y doctorados.

         A ver: la palabra “haber” es morfológicamente un sustantivo. Es el nombre de un verbo, pero no es un verbo conjugado. Eso me ha costado hacerlo entender a muchos alumnos en los cursos de redacción que he dado, que insisten en que el infinitivo es un verbo, y entiendo que lo hagan porque no saben nada de morfología como parte de la gramática, ya que los profesores no se los enseñaron porque andaban en mítines o destrozando oficinas.

         Confundir “haber” con “a ver” es una aberración, y cada vez lo vemos más en los textos de las redes junto con otros errores garrafales. Así, los millones y millones de mensajes escritos que pululan en las redes dan cuenta de la pobreza gramatical de los mexicanos. Y no es como para que los chauvinistas se rasguen las vestiduras y acusen que decir eso es una traición a la patria, porque los datos duros y la conseja popular evidencian la certeza de la afirmación.

         Vea usted: 90 por ciento de los mexicanos que dizque saben leer y escribir no conocen las reglas de acentuación; 95 por ciento no pueden diferenciar las partes de una oración; 97 por ciento no pueden diferenciar las palabras por su función gramatical; sólo 1 por ciento de los egresados de primaria pueden escribir un párrafo con corrección sintáctica y ortográfica.

         Bien decía el maestro Froylán Flores Cancela que el problema de México no era enseñar a leer y a escribir a los que no saben, sino hacerlo con los que ya saben.

         Y a la falta de una buena redacción se debe añadir, ay, la inconsistencia de la comprensión lectora en los mexicanos alfabetizados.

         Es corriente y explicable el chiste del señor que entra a una escuela en la que hay un letrero que dice: “Gratis, cursos de comprensión lectora”, y pregunta: “¿De qué son los cursos que dan y cuánto cuestan?”

         La educación en nuestro país es un cataclismo, cuando debía ser el mejor vehículo para impulsar la movilidad social.

         Y así, ni cómo.

    sglevet@gmail.com