Bernardo Gutiérrez Parra
Desde el Café
En el mes de julio cuando le preguntaron a la señora Verónica Hernández Giadáns sobre su permanencia en la Fiscalía estatal contestó molesta: “Protesté por nueve años y estaré nueve años como Fiscal”. Pero con lo que sucedió ayer nadie cree que llegue a las posadas.
Este miércoles el diputado de Morena, Diego Castañeda Aburto, presentó una iniciativa para modificar la manera de designar o remover al titular de la Fiscalía General del Estado, que no es otra cosa que un mensaje directo a Verónica para que prepare sus maletas y vaya redactando su renuncia.
Castañeda Aburto no actuó por su cuenta, es evidente que recibió la encomienda de arriba. Y arriba de él la única persona con autoridad para darle esa orden es la gobernadora Rocío Nahle.
Hernández Giadáns es todo un caso porque llegó a la Fiscalía por la puerta de atrás. Sin el perfil para ocupar el cargo pero apoyada por el secretario de Gobierno, Eric Cisneros, se dedicó a servir a su patrón y al gobernador Cuitláhuac García violando la ley y llevando a prisión a decenas de inocentes.
Su desempeño en cinco años ha sido tan pobre, que la Fiscalía de Veracruz lleva un lustro calificada como la peor a nivel nacional.
Pero no se irá por incapaz, abusiva o arbitraria, sino porque nunca actuó contra los Yunes de El Estero, que según Rocío Nahle, fueron quienes orquestaron una campaña negra en su contra en el pasado proceso electoral. Y eso es algo que no perdona la gobernadora.
En junio Rocío criticó que no se le hubiera dado seguimiento a una denuncia contra el hoy senador Miguel Ángel Yunes Márquez y agregó que esa denuncia debió atenderse antes del proceso electoral para que Yunes hijo no hubiera alcanzado ni la candidatura. Pero que la Fiscalía “se tardó”.
De inmediato Verónica aseguró que esa denuncia se había “activado”, pero de ahí no pasó.
En su descargo hay que decir que fue una Fiscal de membrete y jamás fue autónoma, sino una empleada de Eric Cisneros. Cuando éste fue corrido de la Secretaría de Gobierno, el gobernador Cuitláhuac García la apoyó sin reservas, justificó sus atropellos y le pidió que no le moviera al caso de los Yunes de El Estero porque “son órdenes de arriba”. Y la Fiscal obedeció con lo que quedó atrapada entre el gobernador que ya se va y la gobernadora que ya llegó.
Pero desde hace meses el propio Cuitláhuac es un gobernador de membrete que dejó a Verónica desamparada y en el limbo.
El lunes por la noche la llamó el senador Adán Augusto López, el hombre más fuerte del morenismo, para pedirle que la Fiscalía se desistiera de las acusaciones contra Miguel Ángel Yunes Márquez y Verónica no lo pensó dos veces. El martes dejó sin efecto una orden de aprehensión contra el senador y una solicitud de extradición presentada ante el gobierno de Estados Unidos.
Con esto quedó bien con Adán Augusto, pero se echó de enemiga a Rocío Nahle que se movió rápido y ayer miércoles mandó al Congreso a Castañeda Aburto con su iniciativa bajo el brazo. Iniciativa que seguramente se aprobará en un suspiro máxime cuando cuenta con el apoyo hasta del PRI.
Con lo anterior, es cuestión de tiempo para que la Fiscal estatal presente su renuncia y se vaya a su casa.
¿Cuánto tiempo? Poco. Como puede que renuncie el próximo lunes 2 de diciembre, puede que lo haga antes de la primera posada. Pero de que se va, se va.
¿La perseguirá Rocío?
No hará falta, con que la deje de su mano será más que suficiente y sin el apoyo de nadie ¿qué será de la mujer?
“A estas alturas Verónica debe sentir la ansiedad de una persona que sabe que hizo daño y que ineludiblemente va a pagar. La orfandad política que vive y lo que se le va a venir encima la deben tener insomne”, me dijo alguien.
Lo cierto lector es que Verónica Hernández Giadáns debe muchas… muchas muchas, más de las que ella misma imagina. Y se las van a cobrar.
Lo pésimo para ella es que nadie, a excepción de sus abogados, levantará un dedo para defenderla.
bernardogup@hotmail.com